
Las últimas noticias de Andy y Lucas no son de amores, si me permiten la gracia, sino más propia de las tensiones que canta Pimpinela. Cuando pensamos en dúos de gigantes que se han mantenido unidos en el tiempo, como los hermanos David y José Muñoz (Estopa), o como Ana Belén y Víctor Manuel, o Manolo de la Calva y Ramón Arcusa —nuestro querido Dúo Dinámico— creemos que esa química funciona en todos los casos, pero nada que ver. Solo hay que mirar al movidón de Andy y Lucas que está empezando a destaparse con una violencia en la que ruedan cabezas, al menos la de Andy, porque Lucas ha ido soltando en alguna entrevista que su compañero no da la talla, que no tiene disciplina y que por ese motivo él se ha tenido que convertir en el empresario del grupo por ser el «más solvente de los dos». La situación es, dicen las malas lenguas, de desequilibrio y sometimiento, porque Andy es un asalariado más de su compañero, que lleva el cotarro de todo lo que apañan entre ambos hasta el punto de que ya hay algunas voces —como las periodistas que informan en el pódcast Las Mamarazzis— que aseguran que Andy es tratado como un «segundón» que no puede ni siquiera acercarse a los fans sin que su compañero lo permita; y que tampoco puede aproximarse a su público en un concierto, si Lucas no lo ha hecho antes. Lo que se cuece en el escenario y entre bambalinas es un misterio y lo saben solo ellos dos, pero huele a que dentro de nada los platós de televisión aprovecharán tanta carnaza. La nariz de Lucas era lo de menos.