Quién sabe si a los trabajadores de alguna de las empresas heredadas por Antonio Garamendi se les ha puesto alguna vez la cara que luce aquí Carlitos Alcaraz. Quién sabe si ellos han ganado algún trofeo por su trabajo, y si este incluye cierta recompensa económica, no digamos ya los 350.000 euros que acaba de recibir el fenómeno murciano en Tokio por, reinterpretando las palabras del dichoso presidente de la CEOE, ser explotado laboralmente durante la friolera de una semana. Lo raro es que el chico aún mantenga la sonrisa. A lo mejor es que está pensando en cómo el, digamos, líder de los empresarios justifica su oposición a la reducción de la jornada laboral: «¿Tú crees que Alcaraz trabaja 37 horas y media a la semana?» La cuestión no es si echándole muchas horas se puede llegar a ser Carlitos, o ganar el dinero que él gana. La cuestión es cómo se pueden llegar a decir las cosas que dice Garamendi. Afortunadamente, la inmensa mayoría ni entrenando.