Migrañas con aura: más que un simple dolor de cabeza

Francisco Gómez-Ulla de Irazazábal DIRECTOR MÉDICO DE MIRANZA INSTITUTO GÓMEZ-ULLA, CATEDRÁTICO DE OFTALMOLOGÍA Y ACADÉMICO NUMERARIO DE LA REAL ACADEMIA DE MEDICINA DE GALICIA

OPINIÓN

La cefalea es la expresión de dolor más frecuente.
La cefalea es la expresión de dolor más frecuente. iStock

13 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

No todos los dolores de cabeza son iguales. Existen distintos tipos de cefaleas: sinusales, en racimo, tensionales, cervicales y, una de las más frecuentes, la migraña. Esta última se caracteriza por un dolor intenso que puede afectar a uno o ambos lados de la cabeza y suele acompañarse de sensibilidad a la luz, al ruido e incluso a ciertos olores.

Sin embargo, algunas migrañas van más allá del dolor. Es el caso de la migraña con aura y la migraña retiniana, dos afecciones distintas que comparten un rasgo en común: provocan alteraciones visuales y son causa frecuente de consulta al oftalmólogo.

La migraña retiniana afecta exclusivamente a un solo ojo y se manifiesta con episodios temporales de visión borrosa o pérdida visual, que suelen durar menos de una hora. Aunque su prevalencia es muy baja, se cree que su origen podría estar en espasmos de los vasos sanguíneos del ojo, lo que reduce momentáneamente el flujo sanguíneo hasta que este se normaliza.

Por otro lado, cuando se habla de migraña ocular, en la mayoría de los casos se está haciendo referencia en realidad a la migraña con aura visual. En este tipo, los síntomas afectan a ambos ojos, siendo en la mayoría de los casos alteraciones visuales temporales, que tienden a comenzar en el centro de la visión y extenderse hacia afuera.

Entre ellas, caben destacar los puntos ciegos, también llamados escotomas, que en algunos pacientes se manifiestan contorneados con diseños geométricos simples; líneas en zigzag que flotan a través del campo de visión; puntos o estrellas brillantes, destellos de luz, cambios en la visión, pérdida de la misma o áreas borrosas en el campo visual, como si se estuviera mirando a través de un caleidoscopio.

El aura suele presentarse minutos antes de que comience la jaqueca, aunque en algunos casos puede durar hasta una hora. Su aparición incide notablemente en la calidad de vida de estos pacientes originando frecuentemente incapacidad para seguir las actividades cotidianas durante las crisis.

Aunque habitualmente la predisposición para sufrir migrañas con aura y cualquier otro tipo de jaqueca es genética, existen algunos posibles desencadenantes de las crisis que deben tenerse muy presentes como son los factores hormonales, el estrés, la falta o exceso de sueño o los cambios ambientales.

De ahí que el tratamiento de la migraña con aura incluya tanto medidas preventivas como terapias de alivio. Suelen recomendarse cambios en el estilo de vida —como una buena higiene del sueño, evitar ciertos desencadenantes o controlar el estrés—, además de medicación específica. En los casos más severos o frecuentes, se pueden prescribir tratamientos preventivos como betabloqueantes, antiepilépticos o anticuerpos monoclonales dirigidos contra el CGRP, una proteína involucrada en el desencadenamiento de la migraña, siendo el especialista en este tema el médico más indicado para prescribir el fármaco más adecuado a cada paciente.

Porque las migrañas con aura no solo afectan a la calidad de vida, sino que también requieren un diagnóstico preciso y un enfoque terapéutico adecuado. Reconocer sus señales y saber que existe tratamiento eficaz es el primer paso para dejar de subestimar lo que, en realidad, va mucho más allá de un simple dolor de cabeza. Además, comprender la importancia de la prevención, la identificación de los factores desencadenantes y el acompañamiento médico especializado resulta esencial para reducir su impacto en la vida diaria. Darle a esta condición la atención que merece no solo permite a quienes la padecen recuperar bienestar y autonomía, sino que también contribuye a visibilizar una realidad que durante mucho tiempo ha sido minimizada.