La lechera rebelde

Carmen Lence
Carmen Lence PRESIDENTA DEL GRUPO LENCE

OPINIÓN

MABEL R. G.

15 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Mi padre me metió en la cabeza desde niña cuál debía ser mi sueño: llevar la empresa familiar. Eso sí, en sus términos.

Muy joven, le explique que yo tenía mis propias ambiciones: trabajar en el extranjero, aprender idiomas y valerme por mí misma. Me miró con escepticismo y me recordó el cuento de La lechera. Siendo fundador de una empresa láctea, el cuento le venía al pelo.

En esa historia, una niña camina hacia el mercado soñando con lo que hará con las ganancias de la venta de su primer cántaro de leche: básicamente invertir, emprender, ser independiente. Pero tropieza, el cántaro cae y la leche se derrama. Su padre la reprende: «Eso te pasa por ser demasiado ambiciosa, confórmate con lo que tienes». A mí, esa moraleja siempre me sonó a: deja que otros te digan hasta dónde puedes llegar.

Curiosamente, cuando el protagonista de los cuentos infantiles es un hombre —como en Juanito y las habichuelas mágicas— el mensaje es justo el contrario: arriesga, sé valiente, no te conformes. Es decir: no dejes que otros te digan hasta dónde puedes llegar.

Esa doble moral de los cuentos infantiles sigue viva, convertida en sesgos de género inconscientes que limitan los sueños de muchas mujeres.

Y pienso precisamente en las lecheras, en las mujeres jóvenes del rural en general, porque el rural está envejeciendo y se está masculinizando. Quizá porque la sociedad en la que viven se empeña en decirles hasta dónde pueden llegar. Solo el 29 % de las explotaciones agrarias están a nombre de mujeres, y en las cooperativas menos del 10 % de los puestos de decisión son ocupados por ellas. En el Día de la Mujer Rural quiero invitarte a reflexionar: ¿qué pierde nuestra sociedad cuando esas «lecheras rebeldes» no pueden desarrollar su potencial? Es hora de reescribir el cuento.