Se acerca el momento de hacer números, sí, números de verdad, como los que hacías de pequeño abriendo la hucha para las compras de Navidad, o nuestros abuelos para administrar sus pensiones cada mes. Hoy miles de mutualistas alternativos sacuden sus huchas personales a la espera de saber cuántas monedas contará el banquero de la Seguridad Social, un Caronte legislativo que nos pasará el río desde la orilla mortal a la celestial, no por nada muchos le llaman al íter legislativo «pasarela». Las cuentas de Plataforma, las de Anama, o las de J2... cada una nos promete un coeficiente, el pago a Caronte por un viaje al paraíso desde el infierno mutual mortal (donde cada informe trimestral es de forma reiterada una amenaza de un infierno mayor). Este es mi parecer sobre la subasta de billetes del barquero, la subasta de nuestros salarios diferidos que algunos llaman cotización: parece aplicarse aquí el principio «tanto cotizas, tanto vales, no se puede remediar», como si fuésemos un kilo de carne jurídica en canal en subasta política. Me resulta ingrato ver cómo se degrada el discurso de lo económico a lo economicista; mas nos valdría, como los clásicos, echarlo a suertes sin las cartas marcadas, o irnos «a galeras a remar». Muchos estudios olvidan lo principal: no estamos aquí reclamando coeficientes sino justicia social; no estamos aquí por la inexistencia de un coeficiente multiplicador X, sino por la falta de respeto absoluta e inveterada de legisladores, administración, y de nuestras propias instituciones, cómplices durante décadas de un sistema cada día mas degradado, degradante, y de un trato inhumano para con los mutualistas. Yo no pido coeficientes sino referentes legales: igualdad de trato que dignifique nuestro trabajo. De todos es sabido que nuestras huchas en las mutualidades han sido carcomidas múltiples veces, y que, si nadie lo remedia, esta será una más. Puestos a hacer números, que sea una contabilidad restaurativa, que nos reintegre el dinero «amortizado» cuando pasaron nuestras huchas de un sistema de reparto a uno de capitalización; que nos devuelvan las comisiones de gestión de unas entidades que, lejos de ser sin fin de lucro, eran de lucro al por mayor; que se nos reintegre el incremento del IPC... Y luego, si alguien lo tiene a bien, que se nos recalcule lo aportado con las prestaciones que nunca pudimos tener. Todo ello va mucho mas allá de cualquier coeficiente multiplicador que esté en las enmiendas o en las transaccionales al RETA, pues el mayor fraude de todos es el cometido con los trabajadores del turno de oficio, donde la mal llamada indemnización/retribución ha sido siempre destinada a cotización fraudulenta a Mutua/RETA, cuando debió estar complementada por la cotización al Régimen General de la Seguridad Social por el empleador, por lo que, para subsanar tan salvaje fraude legal, debería el Estado restituir las cotizaciones retroactivas y las futuras. Lamentablemente, muchas personas miran a su hucha sin saber que en realidad su trabajo no solo llenó las arcas del Estado con el ahorro en costes en la administración de justicia, sino que también vació su hucha de cotizaciones por el turno de oficio. Por eso pedimos justicia social restaurativa tanto para los mutualistas como para los trabajadores en el turno de oficio.