Quizás sea el mejor ejemplo de la crisis de un sistema educativo que, en 30 años de democracia, no ha conseguido perfilar el modelo de ciudadano que queremos. Mientras la educación sea objeto de trifulca política, la sociedad mostrará ejemplos palmarios de la crisis de valores que le afecta. Y no es necesario buscar ejemplos planetarios para resaltar el aserto. En nuestro entorno, y en la semana que concluye, hay algunos para la reflexión si es que a estas alturas del siglo XXI y con la incógnita de si la Liga la ganará el Barça o el Madrid, alguien está para dedicarse a la necesaria tarea de reflexionar. Hay ejemplos próximos. Ayer estaban las periódicos llenos de grandes y amplias loas (seguro que justas) a la cantante Ana Kiro con motivo de su fallecimiento mientras que el adiós a la escritora Dora Vázquez ocupaba una breve reseña. La farándula ganándole espacio a la creación, al pensamiento. Y dos días antes una fotografía mostraba un ejemplo incuestionable. Para preparar un homenaje (seguro que merecido) a un árbitro de fútbol se reunieron todas las fuerzas vivas de Ourense. Alcalde, presidente de la Diputación, delegado de la Xunta y representantes del PP, BNG y PSOE. Un caso único. Nunca se vio tal unanimidad a la hora de preparar el adiós de la vida profesional de un médico, un escritor, un ingeniero o un empresario, por citar unos ejemplos. El dios del siglo XXI es el fútbol y las autoridades, al menos las ourensanas, sus profetas. Se tiran los trastos a la cabeza a la hora de hablar de sanidad, de educación, de cultura, de infraestructuras, de desarrollo industrial, agrícola o turístico pero, en el aplauso a un miembro del gran circo futbolístico no hay discrepancias ni incompatibilidades ideológicas. Todos a una gritaron en el salón de plenos del Concello de Ourense: «¡Viva el fútbol!». ¿No era esa la droga de Franco para anestesiar a la sociedad de la época? ¡Pues, al parecer, lo sigue siendo en la asentada democracia!