Cuando la biblia dice que el paraíso estaba entre los ríos Tigris y Éufrates, miente. Está entre otros dos ríos, de nombre Miño y Avia y el paraíso lleva nombre de Ribeiro. En un rincón de este edén, en Santo André de Camporredondo, tierra ya concentrada, cinco jabatos de nombre Adolfo, Álvaro, Anxo, Diego y Javi, montaron, con ilusión y muchísimo trabajo, una cooperativa agraria de nombre «Cume do Avia». Van camino ya de las 10 hectáreas de viñedo, ecológico, y ya tienen en mente una explotación de cerdo celta y huerta ecológica. Un día con otro son, ya, 10 puestos de trabajo creados.
Pudieron haber aspirado a un ERE de sociata o a ser porteros en cualquier centro cultural de la capital pero optaron por lo legal: vivir de su trabajo en su tierra y con sus gentes. Creen en Galicia y en su futuro.
Mientras las viñas no dan rendimiento, han creado una empresa de servicios, de nombre «Seixo», y lo mismo atienden las fincas de otros, que cierran las 26 Ha de comunal de su pueblo para que los vecinos tengan ya vacas cachenas, o hacen el paseo fluvial de Salceda de Caselas. Van a restaurar la aldea abandonada de Eira de Mouros y acabarán, seguro, ricos. Con muy poco dinero pero con la fartura de corazón que da el vivir del sudor propio en estos tiempos.