Dos vecinos de Santoalla, aldea ourensana en la que vivía Martin Verfondern, son sospechosos del homicidio
30 nov 2014 . Actualizado a las 01:28 h.Después de cuatro años de oscuridad, se empieza a esclarecer el caso de la desaparición en enero del 2010 del ciudadano holandés Martin Verfondern, que residía con su mujer en la remota aldea de Santoalla, en el municipio ourensano de Petín. En junio apareció medio quemado en un paraje forestal de A Veiga el desvencijado todoterreno del holandés y un cráneo. Ayer, la Guardia Civil practicaba las primeras detenciones en relación con el caso, los hermanos Juan Carlos R. G., de 47 años, y Julio R. G., de 51, miembros de la otra familia que residía en Santoalla, apodada «os do Gafas» por el patriarca, y con la que los Verfondern, particularmente Martin, mantenían disputas por los derechos de las 355 hectáreas de los montes comunales, ricos en madera. Juan Carlos, que tiene una importante discapacidad, reside con sus padres en Santoalla y Julio vive en Petín, aunque pasaba el día trabajando en la aldea, ya que tenía animales.
El arresto de ambos sospechosos se produjo a las tres de la tarde de ayer y fueron trasladados desde la comarca valdeorresa a los calabozos de la comandancia de Ourense tras imputarles la Guardia Civil el presunto delito del homicidio del holandés. La familia siempre estuvo bajo sospecha, debido precisamente a los litigios y enfrentamientos, incluso físicos según denunció el holandés, que tenían con la víctima.
El giro que dio al caso la aparición del coche y de los restos mortales llevó al titular del Juzgado de Instrucción número 2 de O Barco, Roberto Barba, a tomar declaración a decenas de vecinos, cazadores y personas con las que Verfondern tenía contacto. Los miembros de la otra familia de Santoalla fueron de los primeros en ser interrogados. El pasado martes, una comitiva judicial y miembros del equipo de Criminalística llegados de Madrid realizaban una reconstrucción de las últimas horas y pasos que dio Martin Verfondern aquel 19 de enero del 2010, cuando se le vio por última vez.
Su desaparición fue denunciada por el voluntario que estaba trabajando en su granja ecológica en Santoalla, quien dio la voz de alarma a la esposa de Verfondern, Margo Pool, que se encontraba en Alemania cuidando de un familiar de su marido. Intensas jornadas de búsqueda, con revisión de embalses, con perros especializados en el rastreo de personas, con helicóptero e incluso con una cámara térmica, no dieron resultado. Tampoco las conversaciones con vecinos, allegados y amigos consiguieron dar una pista de la que tirar. No se descartaba que hubiese marchado por voluntad propia, aunque era raro que no hubiese ningún movimiento en su cuenta bancaria; ni tampoco que fuese un crimen, aunque la falta de un cuerpo dificultaba la investigación.
Durante cuatro años ni siquiera se consiguió dar con el coche del desaparecido, un todoterreno de grandes dimensiones. Margo Pool siempre defendió que su marcha no había sido voluntaria y aunque primero se aferró a que podría ser un accidente y se encargó de buscarlo en las montañas que rodean la carretera de acceso al pueblo, con el paso del tiempo defendió con rotundidad que había sido un crimen. Así se confirmó a raíz de que el pasado 18 de junio uno de los tripulantes de un helicóptero que participaba en la extinción de un incendio en Valdeorras descubriese el coche de Verfondern en medio de un cortafuegos en A Veiga. Junto al coche, que había sido parcialmente quemado, se encontró un cráneo. Y en las jornadas siguientes los agentes, apoyados por un perro especializado, encontraron más restos. Los análisis forenses confirmaron que se trataba de Verfondern.
Desde el primer momento los agentes -la investigación fue derivada al equipo de la Policía Judicial de Ourense y a la unidad de Criminalística de Madrid- centraron sus pesquisas en el entorno más cercano a Verfondern. Las actuaciones realizadas desde junio parecen haber dado a los investigadores las pruebas necesarias para practicar estas detenciones. Durante la tarde de ayer, los dos sospechosos fueron trasladados a la comandancia de la Guardia Civil en Ourense, donde los investigadores esperan poder interrogarlos antes de que sean puestos a disposición judicial en O Barco y el juez determine si los indicios o pruebas son suficientes.
Preguntada ayer, la viuda Margo Pool -que sigue viviendo en Santoalla sin haber tenido nuevos enfrentamientos con la otra familia residente- dijo no tener conocimiento de las detenciones porque estuvo fuera del pueblo.