Lo de hacer entrevistas tras los partidos de fútbol se complica cada día y, además, resulta más raro obtener alguna declaración con cierta miga. Y los ejemplos vienen de arriba, de la élite. A parte de la distancia social ampliada por el covid-19, incluso con preguntas en salas virtuales de Zoom, ya ni siquiera vale lo del canutazo al jugador que dice lo que siente en el pospartido. Ya no hay roce. Ni podemos olvidar que sanciones como la que castigó a Álvaro Cervera limitan en cierto modo la libertad de expresión de profesionales que se ven coartados en ese sentido. Es para abrir otro debate.
Lo cierto es que esos modelos a los que aludíamos tampoco aconsejan a los más modestos a soltarse la lengua. Al hoy líder Cholo Simeone no hay quien lo saque del partido a partido. Zidane sigue trabajando en ello, pero es raro que razone esta o aquella decisión, mientras que Koeman aún trae el acento de guiri y no es amigo de pisar charcos.
La autocrítica queda para el interior de los vestuarios, si es que la ejecutan. En eso son más sinceros mis contertulios. El ourensanista Tiago Rodríguez no dudó en decir que la actuación de su equipo en el derbi fue la peor del curso, algo de lo que no se esconden sus compañeros. Recientemente, más de un jugador del Arenteiro reconocía que debían mejorar en ataque para ganar -y lo hicieron-, mientras que en el plantel del Barco son poco dados a quitarse presión, más bien la desean para mirar a retos ambiciosos. Y no me olvido de Rubén Domínguez, que en tiempos de vacas flacas tampoco se excusó con los hándicaps del Ourense CF. De la autocrítica llegarán las soluciones.