Pequeños cambios en las condiciones iniciales provocan cambios profundos en el resultado final. Esta fue, expresada de forma aproximada, la conclusión que llevó a Edward Norton a definir lo que se conoce como efecto mariposa y a formular la teoría del caos. Meteorología y matemáticas eran la inspiración de un hombre que, en 1972, publicó un artículo titulado Previsibilidad: ¿debe el aleteo de una mariposa en Brasil originar un tornado en Texas? El concepto que encierra esta publicación científica nos lo hemos apropiado, así en plan andar por casa, para intentar entender algunas cosas que no tienen nada que ver ni con la previsión del tiempo ni con los números que Norton manejaba. Lo hemos convertido en una frase hecha para intentar entender nada menos que la vida. Y la vida, después de una pandemia y con una invasión no tan lejos de nuestra casa, es una cosa cada vez más difícil de entender. Lo que quizás ya tendríamos que haber aprendido es que, con mariposa o sin ella, todo depende de todo, todos dependemos de todos. Nos lo demostró el covid, cuando lo mirábamos condescendientes como algo que le pasaba a los chinos. Nos inquietó más, pero no tanto, cuando estaba en Italia... sobre todo a los que acababan de estar allí o tenían previsto un viaje en Semana Santa del 2020. El virus ya era más virus porque nos afectaba. Sentíamos en la cara el aleteo de la mariposa. La guerra también nos hace pensar en que la historia es como esos montajes de piezas de dominó: si están colocadas de forma adecuada, al caer la primera van cayendo todas las demás, de forma progresiva. Si alguien aún creía que Ucrania estaba lejos, encontrarse en Ourense, Maceda, Ribadavia o San Xoán de Río con mujeres y niños que han dejado su vida (no tan distinta de la nuestra) para escapar de la muerte reduce, al menos en lo emocional, el número de kilómetros que nos separan de los disparos y las explosiones. Que todo lo que ocurre, y que creemos que nos es ajeno, nos acaba explotando en las narices lo ha venido a confirmar la huelga del transporte. El inconveniente que a nivel usuario es el precio del combustible es un drama para quienes viven de la carretera. Si había alguien a quien no le preocupaba mucho el tema, el efecto mariposa se ha encargado de que cambie de opinión. Porque esos pedidos que no llegan o ese expositor vacío en el súper nos molestan. Pero ese familiar que puede ir a un ERTE, que se manifiesta en su camión o al que le rajan las ruedas, ese amigo que no tiene cómo pagar las nóminas... todo eso nos pone en nuestro sitio.
Aunque en algún momento hayamos tenido la sensación de que en este rinconcito que es Ourense podía no pasar nada, lo cierto es que pasa de todo. Caramba con la mariposa.