Archivan el caso de la desaparición de una ourensana a la que la Policía relacionaba con una secta que predecía el fin del mundo

M. Rodríguez / C. Andaluz OURENSE / LA VOZ

OURENSE

En abril del 2017 se buscó a la desaparecida Belén Rodríguez por el río Miño y en distintos puntos de la ciudad de Ourense.
En abril del 2017 se buscó a la desaparecida Belén Rodríguez por el río Miño y en distintos puntos de la ciudad de Ourense. MIGUEL VILLAR

Pasaron seis años desde que se perdió el rastro de María Belén Rodríguez, que tenía 57 cuando su familia alertó de su ausencia

13 sep 2023 . Actualizado a las 16:40 h.

Sobreseimiento o archivo provisional. Con ese término, el Juzgado de Instrucción 1 de Ourense da por cerrado por ahora el caso de la desaparición de la ourensana María Belén Rodríguez. En abril se cumplieron seis años de la denuncia en la que un familiar alertaba de la ausencia de esta mujer. Las búsquedas y las gestiones realizadas no dieron resultados y el caso se paralizó.

La investigación llegó a pasar en el 2019, dos años después de su falta, a una unidad central de la Policía Nacional especializada en casos de personas desaparecidas, pero no ha trascendido que hubiese llegado a alguna conclusión o avanzado por alguna pista sobre el paradero de la ourensana. Se la había relacionado con una secta que preconizaba el fin del mundo. Sin embargo, su nombre ya no aparece siquiera en los listados del Centro Nacional de Desaparecidos.

En este fichero tan solo hay dos nombres de ourensanos que oficialmente siguen teniendo la categoría de desaparecidos. El más reciente es el caso de Marcial Manteiga, al que se vio por última vez hace algo más de un año en Boborás. El segundo caso aún vigente según el CND es el de José Ángel Abadín Rodríguez, cuya desaparición se comunicó el 8 de agosto del 2020, once días después de que se fuese del geriátrico en el que residía en O Pereiro de Aguiar. Tenía entonces 46 años.

Sin embargo, hay más ausencias sin resolver de ourensanos, a los que un día se les perdió el rastro y de los que nunca más se ha sabido. La asociación SOS Desaparecidos recuerda a otros dos ourensanos, como Julio Fernández, un nonagenario que salió de su casa próxima al río Arnoia de Allariz una mañana de noviembre del 2017 y que nunca apareció, pese a la intensa búsqueda por tierra y agua por tratarse de caso de riesgo, ya que el hombre padecía problemas de movilidad y deterioro cognitivo. Del mismo año, pero de unos meses antes, data la denuncia de la falta de Ervigio Carrera Fernández, de Casaio (Carballeda de Valdeorras). A sus 88 años, aun solía hacer caminatas de horas y los vecinos se extrañaron pues llevaban algún tiempo sin verlo cuando se denunció su falta, en febrero.

En otra zona montañosa de Valdeorras desapareció en el 2015 Jesús Bermejo, un vecino de A Rúa de 71 años a quien se situó en un monte de Vilela cuando se le vio por última vez. La complicada orografía de los montes ourensanos y su frondosa vegetación complican las búsquedas, sobre todo en los casos de personas mayores que padecen alguna dolencia que les hace desorientarse. Eso pudo ocurrir en el caso de Gumersinda Raña, que residía en Barroso (Avión) y a la que se le perdió el rastro un domingo de febrero del 2014.

En algunas ocasiones, años después, aparecen restos óseos que se acaban relacionando con algún desaparecido tiempo atrás. El hallazgo de alguna pertenencia, como un bolso o prendas de ropa cerca del lugar el que se buscó a una persona desaparecida, permite vincular inicialmente los restos con algún caso antiguo. Fue lo que ocurrió en el 2014 cuando se encontró un bolso con el móvil de Catalina Macías, una mujer de Vilaboa (A Veiga) que se había perdido tres años antes. En cambio, el bolso de Belén Rodríguez, la ourensana a la que se vio cerca de la estación de autobuses de O Pino, se halló en el cementerio de As Caldas y se depositó en la oficina de objetos perdidos de la Policía Local de Ourense, donde estuvo un mes hasta que se percataron de a quién pertenecía. Contenía documentación de la mujer a que se buscaba, pero su examen no ofreció más pistas. El archivo provisional por el juzgado apunta a que el caso ha quedado sin resolver.

Antonio Manteiga, hijo de Marcial Manteiga, desaparecido el 1 de abril del 2022 en Boborás.
Antonio Manteiga, hijo de Marcial Manteiga, desaparecido el 1 de abril del 2022 en Boborás. MIGUEL VILLAR

Un año esperando a su padre en Boborás: «É imposible esquecelo»

El 1 de abril del 2022, Marcial Manteiga Veiras, un vecino de la aldea de Regueiro, en Boborás, salió de su casa. Eran la siete de la tarde, se puso su gorra blanca con una insignia de san Benito y se despidió de su mujer, Dolores. Nunca regresó. Marcial tenía 82 años, sufría principio de alzhéimer e iba a espantar unos caballos que vio desde la ventana de su casa en un monte cercano.

Tras dos intensas semanas de búsqueda por los montes, con dispositivos especiales por parte de los servicios de emergencias, el rastreo finalizó. Aunque hubo salidas puntales, en las que participaron familiares y vecinos, ni una sola pista pudo llevar esperanza a la casa de Marcial.

Su hijo, Antonio, sigue buscando y esperando, al igual que el resto de la familia. «Esta mesma semana estiven falando coa policía xudicial para saber como se estaban movendo e se estaban facendo algunha cousa, pero está todo parado, nin unha soa pista», lamenta. Sin, embargo, él no ceja. Ni n solo día. «É imposible esquecelo», subraya.

La familia de Marcial Manteiga recorrió en los últimos 365 días los prados del concello, las cunetas de la N-541 que pasa por la localidad, todos los rincones. Incluso llevaron su búsqueda a otras provincias gallegas, por si Marcial hubiera pedido a alguien que lo llevara hasta su aldea natal en A Coruña. Siguen esperando.