Fallece Ana María Briz, una de las primeras pacientes a las que el doctor González Rivas operó con dos pequeñas incisiones

La Voz O BARCO

OURENSE

Ana María Briz, en una foto de febrero del año pasado.
Ana María Briz, en una foto de febrero del año pasado. Santi M. Amil

Paciente oncológica, pidió que no le envíen flores, sino que se done el dinero a la AECC

11 mar 2025 . Actualizado a las 19:20 h.

El 23 de febrero del año pasado llovía mucho. Fue un día desagradable que invitaba a quedarse en casa y evitar el coche. Una noche en el sofá se tornaba el mejor plan. También para Ana María Briz, que se sacudió cualquier atisbo de pereza para cruzar media provincia desde O Barco de Valdeorras hasta Ourense. «No podía faltar», contaba entonces, en referencia a la gala organizada por la fundación del doctor González Rivas para recaudar fondos para el mantenimiento de la unidad quirúrgica móvil que la organización instalaría en África ese mismo año.

Briz era una incondicional del médico coruñés, en el que creía ciegamente. Y no era nada nuevo. Lo era desde que en el 2010, con 53 años, le diagnosticaron de cáncer de pulmón bronquioalveolar. Su marido, Juan José Núñez, leyó en La Voz de Galicia que González Rivas estaba comenzando a aplicar una técnica mínimamente invasiva para operar este tipo de tumores y se lo contó a su mujer. Ana María no se lo pensó y se puso en sus manos. «En Ourense había hecho un mes de rehabilitación preoperatoria para explicarme por ejemplo cómo me tenía que levantar», recordaba hace poco más de un año. La preparaban para una cirugía (era el 2010) que suponía grandes incisiones en la espalda y daños en al menos una costilla flotante para poder llegar al tumor. Con la técnica del cirujano coruñés, a los dos días recibió el alta y a las quince estaba haciendo vida normal.

Eso sí, la enfermedad no se paró. El cáncer se extendió y precisó de una segunda intervención en la que le extirparon lo que le quedaba el pulmón derecho. Y acabó pasando al izquierdo, pero ya sin posibilidad de operación. Tras recibir sesiones de quimioterapia durante dos años y medio, llevaba más de una década a tratamiento con pastillas. Confiaba, contaba hace un año, que si ese dejaba de funcionar, hubiese otro para ella. Este lunes falleció en Ourense. Tenía 68 años.

Era una mujer muy conocida en O Barco, donde desarrolló buena parte de su actividad docente. En su última etapa laboral trabajó en el IES Martaguisela. Su cuerpo está siendo velado en el tanatorio Santa Rita. El miércoles a las doce será el funeral en la iglesia San Martín de Viloira. Después será incinerada. Dejó un recado a su familia: no quiere flores en su funeral. Sugería a quienes pensasen en enviarle un ramo que destinen el dinero a la Asociación Española contra el Cáncer.