
Teresa Cerdeira se divorció y escapó a Bolivia con 24 años en busca de autonomía, regresó a los 50 y empezó a pintar: «Aprendí que quien quiere, puede»
19 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Teresa Cerdeira repite que ella no tiene ni idea de arte ni de cómo clasificar lo que pinta. Sobra la teoría cuando la práctica hace su función: ser un medio de expresión y de demostrarse a una misma que cuando se quiere, se puede. Algunos de sus cuadros se exponen en el centro sociocomunitario de O Carballiño, por la programación de marzo del Día de la Mujer. Nacida en Feás, emigró a los 24 años a Bolivia «escapando» de su exmarido y oficializando uno de los primeros divorcios del concello, en 1984. Se fue porque quería libertad y luchó por ella toda su vida. Regresó a O Carballiño casi tres décadas después, sintiendo siempre que le faltaba algo por hacer. A los 65 años estrena su primera exposición.
«Estoy muy emocionada, nunca pensé que haría esto, solo pintaba para mí misma», confiesa Teresa. Su contacto con la pintura fue tardío. A los 50 años se apuntó a clases en Bolivia por recomendación de una amiga. Asistió unos tres meses hasta que regresó a O Carballiño y después cogió los pinceles por su cuenta. «Tenía tiempo libre y sentía que no hacía nada, siempre quiero seguir aprendiendo y avanzando», cuenta. Dibuja en acrílico, al óleo o con espátula. Le gustan el cuerpo humano y los retratos, representados con mucha luz para que transmitan vida. Al principio los copiaba de fotografías pero después se ideaban en su mente. En la exposición incluye autorretratos o representaciones de algunos familiares. Uno de ellos ya está vendido. Llegó al centro sociocomunitario en busca de una vida social que había perdido después de tantos años emigrada. «Me siento como en familia», confiesa.
La pintora se dedicó al arte solo en su tiempo libre. Cuando se «escapó» de O Carballiño era ama de casa, a pesar de que siempre quiso seguir estudiando. En Bolivia se casó con su segundo marido, y recuerda que con más libertad. «Soy pionera divorciada y reincidente por segunda vez», bromea. En el país americano trabajó haciendo teatro, en un parque nacional, de secretaria o en administración hotelera, de lo que incluso se formó. Ahora ha vuelto a retomar el teatro, una disciplina que le permite «decir las cosas sin que nadie se moleste» y ser ella misma. Narrando su vida y su vínculo con el arte se entiende por qué es una perfecta artista para exponer en el mes del Día de la Mujer. «Soy feminista aunque en otro concepto, quizás no tan exagerado como ahora», defiende. Teresa celebra que hoy en día muchas mujeres ya no tienen que pasar por la situación que ella vivió de joven: «Hubo quien pasó muy malos momentos y sufrió un tormento con sus maridos». Ella tuvo la valentía y la posibilidad de huir de donde no quería estar. También la fuerza para no tener tabúes y defender lo que piensa. Le llevó décadas conseguir una vida tranquila en su villa natal, que ahora también aprecia su arte: «Quien no arriesga, no gana».