Manuel España, cantante de La Guardia: «Un amigo nos dijo que con el tema 'Mil calles' no llegaríamos a nada»

OURENSE

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La Guardia Cedida

La banda encabeza el cartel del festival Ou Yeah! este sábado en Xinzo

04 sep 2025 . Actualizado a las 14:12 h.

El festival Ou Yeah! llega este sábado a Xinzo de Limia, en Ourense, con La Guardia, una de las bandas míticas del pop-rock español de los 80, como cabeza de cartel. Manuel España, voz y alma del grupo, sigue al frente de la formación granadina que cumple cuatro décadas sobre los escenarios.

—¡40 años de carrera! ¿Qué le diría al Manuel de 18 años que empezaba a tocar?

—Que no se preocupase por nada. Que hiciera lo que realmente pensaba que estaba bien, que es prácticamente lo que he hecho. Recuerdo que incluso algún amigo nos dijo que con el tema Mil calles no llegaríamos a nada. Dejé de verlo. No eran tan amigo [ríe]. Pero está bien que la gente que te quiere y te apoya opine. También hemos tenido mucha suerte con las discográficas: pedían diez canciones, entregábamos diez y esas se quedaban.

—Habra álbum de aniversario.

—Sí. Hemos hecho un disco 40 aniversario, con artistas como Pitingo, David Summers, Carlos Segarra, Litus, Javier Andreu de La Frontera… con cantidad de compañeros con los que nos encanta trabajar y compartir las canciones. Saldrá a final de año. Se está fabricando, tiene la portada, será un doble álbum en vinilo superbonito. Y nada, vamos a dar mucha caña. Sobre todo, yo creo que hemos preparado un repertorio muy coherente con estos 40 años. No están todas las que deberían, pero las que están deben estar.

—¿Cómo se sobrevive a la música durante cuatro décadas?

—Pues teniendo mucha pasión por la música, porque hay veces que la carretera es muy dura, sobre todo cuando se te junta una tanda de diez conciertos seguidos, donde no puedes ni descansar. A veces acabas un concierto y te metes directamente en la furgoneta. Esas tandas son bastante complicadas. Pero a la hora de salir a tocar todo se pasa. El poder de la música, la adrenalina, hacen que las cosas surjan y salgan bien. Luego ya descansaremos, cuando podamos. Como grupo, se sobrevive siendo amigos, teniendo el espíritu de banda y respetando mucho al público. Esa es la base.

—Con los años se gana calidad musical, pero han mantenido su estilo.

—Hemos sido muy fieles a lo que nos gustaba. Hemos cribado muchas ideas o las hemos adaptado a nuestra música. Sí hemos hecho incursiones en otros estilos, por ejemplo en la música latina en Un camino hacia el sur o en El túnel del tiempo. Hemos investigado, pero al final nos hemos quedado con lo que nos gusta. Siempre metemos un toquecito de algo que nos apetece. Hemos sido muy clasicotes. Pero las letras han madurado con nosotros. Antes hablábamos de unas cosas y ahora de llevar a la niña al cole. Pues mira, hay una canción, Pequeña Lolita, que habla un poco de los problemas que te pueden dar los adolescentes.

—¿Sus seguidores de los 80 siguen con ustedes?

—Yo pienso que sí. Nuestras canciones han envejecido bien porque hablan de cosas muy cotidianas: sentimientos, relaciones, de la condición humana… Eso no cambia tanto con las décadas. Ahora surgen nuevas palabras, nuevo contenido. Sí hablamos del WhatsApp, de Instagram, lo usamos como metáforas, para quejarnos o para otras cosas. Creo que con canciones como las nuestras vuelven muchos recuerdos. La música tiene un poder de evocación que no tiene otro arte. Escuchas una canción y te lleva a un momento exacto de tu vida. Es la mejor máquina del tiempo. Y salvo excepciones, la juventud siempre es un buen sitio donde estar.

—¿Nota un bum de vuelta hacia el tipo de música que se hacía antes de la llegada masiva del autotune?

—Sí. En cierta medida, que salga tanta masificación de bandas que no tocan en directo nos ha hecho un favor. No digo todas, hay bandas muy interesantes y brutales, como Puño Dragón o Los Fusiles. Pero lo que suena en radio suele ser muy parecido, con los mismos arreglos. Parece que fuese la misma persona la que hace 20 temas para todos. Entonces, ¿qué sucede? Que la gente viene a los conciertos y nos lo dice: ‘Qué alegría ver una banda tocando en directo con sus canciones'. Porque encima, los directos últimamente se centran mucho en dar imagen y vender espectáculo, pero luego hay mucha gente que va con todo programado. Al final, es más un espectáculo que un concierto.

—Además de los temas clásicos, La Guardia sigue componiendo.

—El último álbum lo publicamos en el 2018, pero el año pasado lanzamos dos singles nuevos: Aunque el infierno se congele y Chica alborotada. Son dos adelantos de lo que iba a ser el trabajo nuevo de La Guardia. La idea era ir sacando singles porque tenemos canciones. No vivimos de la nostalgia, seguimos creando y componiendo. De hecho, tenemos como 25 temas o más, lo que no tenemos es tiempo para grabarlos.

—La pandemia le sirvió para detenerse y componer.

—Sí. Fue para nosotros fue un parón, porque llevábamos una racha de hacer ciento y pico conciertos al año. Eso significa, prácticamente, estar todo el año fuera de casa. Y entonces, en la pandemia me dije que tenía que aprovechar ese tiempo. Me metí en una estudio pequeñito que tengo en casa, muy modestito, y empecé a grabar y grabar ideas, todo lo que me apetecía contar. Y resulta que me hice una colección de canciones como para cuatro discos.

—¿Cómo os ha tratado Galicia estos años?

—Nos quieren muchísimo. Es una pasada. De hecho, hasta hace poco mucha gente pensaba que La Guardia era de Galicia, por el nombre. Pero somos de Granada. Vamos mucho por allí y tenemos grandes amigos, como Santi de Los Limones, que vienen a todos los conciertos. Es una gozada. De la música tradicional no conocemos mucho y creo que se debería apostar un poco más por ese tipo de intérpretes que, creo, ya que se está haciendo.

—Cuénteme sobre el concierto del sábado. ¿Qué verá la gente que se acerque a Xinzo de Limia de La Guardia?

—Yo siempre digo que los conciertos son para nosotros lo más importante. Somos un grupo muy de directo. Nos gusta que la gente lo pase bien, disfrutamos, nosotros también somos muy disfrutones en el escenario. Chinchamos mucho a la gente para que cante. Solemos improvisar con las guitarras, con las voces, con la batería. Intentamos que cada concierto sea diferente. De hecho, no tenemos un ensayo físico para no quemar las canciones. En directo vamos haciendo los arreglitos y las cosas nuevas que surgen. Sabemos dónde empieza el concierto y dónde acaba. Lo que pase por el medio es una aventura siempre. Y a veces ocurren cosas muy bonitas, casi siempre. Eso es lo que le da la vida a la música, que se vea que el grupo está tocando de verdad, sin trampa ni cartón, sin red, sin autotune.