Dos penas máximas erigieron al Pontevedra como dueño del derbi ante el Ourense CF (1-2)

Rubén Domínguez cambió de banquillo en O Couto, esta vez como técnico del Pontevedra CF y se llevó los puntos en un choque de rivalidad autonómica, que el Ourense CF perdió al cometer dos penaltis groseros. La réplica de un once peleón solo bastó para aminorar la derrota: 1-2.

La primera mitad del derbi comenzó con ambos equipos pisando el acelerador en una batalla en la que pareció dar primero el local, al recoger Omar un pase largo y batir a Marqueta. El árbitro invalidó la acción y desde el banquillo azulón consumieron su primera revisión de vídeo, ya que a la postre fue sancionada una posición antirreglamentaria.

Los forasteros se iban haciendo con el medio campo en ese primer cuarto de hora, que concluyó con un inocente penalti de Carmona a Brais Abelenda. Alain Ribeiro anotó desde los once metros, espoleando a un rival que se volcó de inmediato en el área visitante. Amin protestó vehemente un penalti por mano de Miki Bosch. El colegiado sacó fuera la infracción y los de casa se quedaron sin revisiones. Jerin, además, no embocó el libre directo en el balcón del área.

La contienda seguía a ritmo de ida y vuelta. El visitante Juanra cabeceó fuera un buen envío de Eimil y Tiago Rodríguez hizo trabajar a Ratón en una actuación soberbia en su vuelta a casa, junto a Vidorreta en la parcela ancha. El duelo se teñía de granate —esta vez con camiseta blanca—, cuando Rubén Domínguez gastó su primera tarjeta de videoarbitraje, en protesta de un doble derribo a Ribeiro y Bosch. Que no, el juez no rectificó su impresión inicial. Con tanto viaje al monitor, el período inicial se extendió seis minutos más y, al primero de ellos, Holgueras Castellanos castigó con otra pena máxima un claro agarrón de Enol Coto a Yelko Pino. Dani Llácer se jugó su última tarjeta, esperando que al menos su equipo no se quedara con diez. Ni por esas. El zaguero asturiano a vestuarios y Brais Abelenda encarrilaba en buena medida el triunfo pontevedrés.

Parecía demasiado, pero aún quedaba más. El equipo que ganaba perdió su última revisión antes de una pausa que no llegó hasta el minuto 57. Qué trajín, pensaban unos y otros cuando se retiraban. Los de casa debían iniciar la segunda parte lastrados por la inferioridad numérica, pero Llácer recompuso su retaguardia con Jelbat y con Aranzabe más ocupado en defender su carril diestro, mientras Adrián Guerrero intentaría aportar más chispa por ese costado.

Aún así, Brais amenazó a un atento Ratón, que respondió espléndido con la jugada ya anulada. Ribeiro pudo sentenciar en un pase directo de Marqueta desde su portería, pero no definió. Los que ganaban comenzaron a guardar la ropa y tanto Amin como Kensly se peleaban con quien fuera buscando una rendija. Desde el banquillo llegaban jugadores con mayor creatividad como David Muñoz y Marco Camus, que prolongó la esperanza. El cántabro quebró dos veces a su par, Guerrero remató de primeras y el paradón de Marqueta rechazó el cuero a pies de Kensly, que la mandó a la red. Quedaban seis minutos que fueron diez. Los anfitriones querían, pero al Pontevedra no le temblaron las piernas y se llevó los puntos. En O Couto, se quedó el farolillo rojo.

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