Hace treinta años, multaron a dos jóvenes por coger una rana en el Xares en tiempo de veda
OURENSE
Un barquense se enfrentó a una curiosa sanción en octubre de 1995
04 nov 2025 . Actualizado a las 05:00 h.La noche del 21 de agosto de 1995, Gabriel Pérez García, un joven de O Barco de 20 años que estudiaba en Ourense, acampaba con varios amigos en una zona próxima al río Xares, en el municipio de A Veiga. Pasadas las once de la noche, mientras tres de ellos permanecían en el campamento, decidieron coger una rana que encontraron cerca de la tienda de campaña. Ese simple acto se convirtió en toda una pesadilla. Dos meses después, a finales de octubre de hace 30 años, contaba a La Voz que debía pagar 650.000 pesetas (cerca de 4.000 euros) de multa por atrapar un anfibio en tiempo en veda.
«La cogimos, más que nada, por matar el rato, sin ningún otro ánimo. En ese momento, llegó un coche de la Guardia Civil. Se bajó un señor —creo que era cabo— y nos preguntó que qué estábamos haciendo», explicó el joven al periodista. Al informarle de que tenían una rana y que iban a devolverla al río, los agentes les comunicaron que esa acción estaba prohibida por realizarse en una zona vedada y de noche. En la entrevista del periodista a Gabriel, este relató que nunca llegó a pensar que el simple hecho de coger una rana le iba a ocasionar tantos problemas:
—¿Qué fue lo que pasó hacia esa hora?
—Nos habíamos quedado solo tres porque la otra gente se había ido a telefonear a A Veiga. Para matar el rato, decidimos coger una linterna e ir a la tienda de campaña. ¡Y allí vimos una rana!
—Lo cual no parece raro porque ustedes estaban cerca del río, ¿no?
—A unos seis metros. Y al ver allí la rana, la cogimos, más que nada, por matar el rato, sin ningún otro ánimo... ¡Ya ves, una rana...!
—¿Pensaron en cocinarla?
—Cuando la cogimos, la metimos en una bolsa para llevarla al río... ¡Por hacer algo! Y en eso llegó un coche de la Guardia Civil.
—Y les pilló con el animal en la mano.
—Le dijimos que teníamos una rana y que íbamos a llevarla para el río. Y fue cuando nos empezó a decir que aquello estaba prohibido, que aquello estaba vedado. Hablaba no sé qué de pescar a mano y por la noche... y nosotros, ‘¡ay Dios mío, pero si no estamos pescando, ni haciendo nada’. Y el tío: ‘¿Qué va, qué va?, que esto está prohibido... ’. Y fue cuando empezó a escribirnos la multa.
[Consulta la información en la hemeroteca de La Voz]
Los jóvenes habían decidido acampar en una zona recreativa de A Veiga frecuentada por pescadores y campistas. Hasta el año anterior, 1994, el lugar era conocido por la pesca en el río Xares, pero había sido acotado para proteger a los alevines de trucha y otras especies. Para Gabriel era su primera acampada. «Ya no creo que vuelva a ir nunca más», subrayó al periodista. En aquel 30 de septiembre Gabriel y sus padres se mantenían a la espera de recibir la contestación a un pliego de descargo remitido a instancia de Agricultura. No descartaban, de todas formas, que pudiera llegarse a la celebración de un juicio.
—¿Qué alega en ese pliego de descargo?
—Pues varias cosas. Una de ellas, que llevábamos la rana al río y que no la habíamos cogido con ningún ánimo de lucro ni nada por el estilo. Y también, que no estábamos en terreno vedado. Creemos que la zona vedada llega hasta los tres metros del borde del río, y nosotros estábamos fuera del vedado, en una zona en la que se puede acampar.
—Si desestiman sus razones, ¿qué tienen pensado hacer?
—No lo sé. Supongo que, entonces, habrá un juicio. Yo creo que es injusto tener que pagar —aunque solo fuesen cinco mil pesetas— por una cosa así, de este tipo.
—Usted sigue convencido de que la Guardia Civil de A Veiga se equivocó.
—¡Hombre! Es que eso, yo no lo entiendo, ¡no tiene ningún sentido! Porque si fuese una trucha o algo así... ¡Pero es que esto!
—Aunque creo que ya me ha respondido, ¿ustedes no tenían ni siquiera una caña esa noche en la tienda de campaña?
—No, no. Sería un poco absurdo ir de acampada para pescar ilegalmente, o sea, acampar en una zona y en esa misma zona empezar a pescar para... ¡No, no!
—Oiga, ¿le gustan las ancas de rana?
—¡No las he probado nunca!, y por ese precio, ¡prefiero no comerlas!
El caso fue conocido en la comarca como el «suceso de la rana» y generó numerosos comentarios entre los vecinos. Algunos se lo tomaron con humor, como el periodista Rodrigo Varela, que escribió: «Juro que jamás pediré ancas de rana del río Xares y, aún más, cada vez que me ofrezcan en un restaurante unas anquitas de rana pediré certificado de denominación de origen, no vayamos a armarla y a dejar en la miseria a la familia».