El matrimonio de Allariz que conoció a Madonna en Eurovisión y aplaudió desde la grada en la coronación de Carlos III

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

ALLARIZ

Robin y Ricardo, en la tienda
Robin y Ricardo, en la tienda Alejandro Camba

Ricardo Portabales y Robin Giles son unos enamorados de la vida y de los viajes, de todo ello atesoran pedazos en su tienda de antigüedades

16 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Robin Giles es un trotamundos que ahora vive en Allariz con el amor de su vida. Regentan una tienda de antigüedades que lleva su nombre. Es hijo de un auténtico Willy Fog. «Mi padre era inglés y estaba dando la vuelta al mundo después de haber terminado sus estudios en la Universidad de Cambridge. Fue a China, Canadá y a muchos otros sitios hasta que llegó a México y se enamoró de una mexicana. Allí terminó su viaje», cuenta Robin, que nació en el país azteca en 1964. La familia se mudó a España y luego mandaron al pequeño a estudiar a Gran Bretaña. Al terminar, regresó a Barcelona. 

Robin lleva desde el 2012 viviendo en la provincia de Ourense. Se mudó a Galicia por amor. El que siente por su marido, el ourensano Ricardo Portabales (1965) de quien se enamoró hace ya trece años. Y también el que le descubrió esta tierra, que le cautivó en cuanto su chico lo trajo por primera vez para presentarle a su familia. La suya es una historia de amor de película. Pero es que su vida conjunta está llena de anécdotas que parecen sacadas de guiones de Hollywood. Se conocieron por azar, entre miles de personas, en un concierto de Michael Bublé en Barcelona en el 2010. «Nos encontramos y empezamos a hablar sin parar. Además de tener a Bublé en común, porque es uno de nuestros artistas favoritos, a los dos nos encanta Eurovisión, viajar y muchas otras cosas. Fue un flechazo totalmente», dice Robin. «Yo en aquel momento trabajaba de funcionario en un juzgado en Benidorm, llevaba allí quince años, y me quedaba en Barcelona unos días en casa de mi hermana», recuerda Ricardo. «Le dije que la llamase y le dijese que ya no le iba a ver el pelo ese finde, que se venía para mi casa», añade el que ahora es su marido. En aquel concierto se juntaron y no se han vuelto a separar. Ahora los dos viven en Allariz, en una antigua casa que han reformado en el casco histórico del municipio. En el bajo regentan una tienda de antigüedades que se llama Robin Giles, porque él ya tenía un negocio igual en Birmingham (Reino Unido) a finales de los ochenta. Hubo unas cuantas mudanzas hasta llegar a la villa alaricana. Ricardo pidió una excedencia y se fue a la Ciudad Condal, donde Robin trabajaba en un colegio privado de enseñanza internacional en inglés que fundó su padre, Kensington School. «La escuela de Barcelona es el único edificio privado que ha inaugurado la reina Isabel II y lo hizo en su único viaje a España. Precisamente de esa visita tenemos una fotografía de ella firmada. Tenemos la única foto que existe en el mundo autografiada por la Reina de Inglaterra y eso es porque mi madre se saltó el protocolo aquel día y le insistió muchísimo», afirma Robin. No está a la venta, pero saben que costaría lo que quisieran pagar por ella.

Después de pasar juntos unos meses en Barcelona. Ricardo le propuso a Robin viajar a Ourense para que conociese a su familia. «Justo nos coincidió una Navidad en el Parador de Santo Estevo, con todo nevado, y me enamoré del paisaje, de la gente, del clima... de absolutamente todo. Así que me senté con Ricardo y le planteé venirnos porque es que la vida solo se vive una vez», afirma. «Fue un visto y no visto. En siete días alquiló una casa en Ourense capital y nos mudamos», añade su marido. Estuvieron tres años viviendo en la ciudad, donde recuperaron la tienda de antigüedades Robin Giles en el 2012. En el 2015 volvieron a hacer las maletas para trasladarse, ellos y su negocio. Esta vez a Allariz y de allí, aseguran, ya no les mueven. «Por lo menos no de manera definitiva porque es que nos pasamos viajando unos cinco meses al año. Quería estar en contacto con la naturaleza y con los animales y este lugar es perfecto para asentarnos», confiesa el mexicano de origen británico. 

En su tienda, en la rúa Portelo de Allariz, es posible encontrar desde porcelana fina inglesa hasta un gramófono de principios del siglo XX que todavía funciona. Tienen tesoros de cada uno de sus viajes, muchos de ellos hechos por placer, pero la mayoría por trabajo. «A donde no fallamos y vamos siempre es a Eurovisión y eso que se trata de un viaje que no sabemos nunca a dónde será», dice Ricardo, que fue uno de los fundadores del Club de Eurovisión en España, allá por el año 1985. «Gracias al festival hemos estado en algunos lugares mágicos, como Azerbaiyán que es un país en el que no aceptan turistas normalmente. Pudimos ir y además hicimos negocio y nos trajimos una alfombra preciosa hecha íntegramente de seda», cuenta Robin. Está a la venta en la tienda. 

En otro de sus viajes para disfrutar de la final de Eurovisión, Robin conoció a Madonna. Todo ocurrió en Tel Aviv en el 2019, cuando el matrimonio coincidió en el mismo hotel que la diva del pop. «La realidad es muy surrealista. Volvíamos de fiesta y estaba un poco borracho. Ricardo se fue a la habitación y yo me quedé viendo el amanecer sobre la bahía de Tel Aviv en una zona del hotel preciosa», cuenta Robin. A su lado tenía solo a una mujer totalmente cubierta con un pañuelo y unas gafas de sol. «Me dijo que era el sol naciente más bonito del mundo y le dije que sí. Entonces me preguntó si estaba allí por Eurovisión y a mi afirmación ella contestó que también, que cantaba en la final. Ahí fue cuando subí la vista a su cara y la reconocí», continúa Robin. «Hablaba por los codos. Me contó tantas cosas de la gala y de su actuación... Yo estaba alucinando y un poco borracho. Luego nos fuimos juntos, agarrados por el brazo hasta el ascensor y ahí se acabó todo», recuerda. «Llegó a la habitación y me lo contó todo. No me lo podía creer. Fue increíble. Desde aquella madrugada nos trataron de maravilla en el hotel como si verdaderamente fuésemos los amigos de Madonna», rememora Ricardo. 

También viajan a subastas de arte por Suiza, Italia o Francia para conseguir piezas concretas, en algunos casos por encargo de algunos de sus clientes. «En Gran Bretaña son una maravilla, un espectáculo», dice Ricardo. Hasta allí también se trasladaron hace poco, pues este matrimonio estuvo presente en la coronación de Carlos III. «Conseguimos invitaciones para estar en las gradas y ver el acceso del rey. Nos advertían de que tendríamos tres horas de espera para acceder y otras tres para irnos y lo cierto es que estábamos un poco desmotivamos, pero al final fue divertidísimo. A los dos nos encanta la hípica y disfrutamos muchísimo con el desfile de caballos, los soldados y el carruaje real», afirma Robin. De allí se volvieron con un buen puñado de suvenires con la cara de Carlos III para tener en la tienda de antigüedades. «Tenemos de todas las épocas desde la coronación de la reina Victoria. Lo más exclusivo es un plato conmemorativo del rey Jorge VII, el que abdicó, que es una de las piezas más buscadas, pero no la vendemos», dice Ricardo. 

A este matrimonio asentado en Allariz le encanta viajar y estar presente en grandes acontecimientos. «No nos gusta perdernos nada», afirma el ourensano. El año pasado fueron al Gran Premio de Mónaco de Fórmula 1. «Nos encantó. Eso sí que fue divertidísimo», añade. «Cuando nos enteramos de que hay algo un poco especial en algún sitio, vamos. Incluso a Wimbledon porque nos fascina el tenis», apunta Robin.