Desde hace una década, Antonio Cid Tesouro dedica buena parte de su tiempo libre a un oficio que en otro tiempo fue emblema de su aldea: la cestería. En Santa Mariña de Augas Santas (Allariz) mantiene vivo este arte en un pequeño taller que él mismo hizo.
Su tío, que además de cestero era barbero, le inspiró a probar con el mimbre y las varas. Aunque Antonio trabajó toda su vida como herrero. Su profesor, también llamado Antonio, fue quien le enseñó a dar sus primeros pasos en el arte de la cestería. Sin embargo, Cid Tesouro insiste en que la técnica por sí sola no basta: «Esto no se aprende solo con la teoría. Hay que tener maña, paciencia y un poco de cabeza. Si no, no hay manera de que salga bien». El proceso es laborioso. Montar una cesta puede llevarle un día, pero antes hay que seleccionar la madera adecuada, cocerla y laminarla para que sea flexible. El otoño es la época ideal para recolectar el material, cuando la naturaleza ofrece los recursos justos para mantener viva una tradición que, gracias a Antonio, sigue trenzándose.