Este fontanero jubilado se dedica a hacer de su casa la más brillante y con cascada en Amoeiro

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

AMOEIRO

Amador con una de sus creaciones, la fuente cascada que hay a la entrada de su casa
Amador con una de sus creaciones, la fuente cascada que hay a la entrada de su casa Santi M. Amil

Amador Conde ha construido una fuente en la entrada de su casa, la piscina y hasta un muro lleno de objetos de colores en su vivienda en Soutomanco

23 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Todos en la pequeña aldea de Soutomanco, en el núcleo rural de Trasalba, que pertenece al concello de Amoeiro, conocen a Amador Conde García. «Eu son dun pobo do lado pero fai 25 anos que me casei e que me vin para aquí», afirma. Desde que llegó al pueblo, él mismo se encargó de ir haciendo pequeños arreglos a su casa. Como buen fontanero que es, aunque jubilado, disfruta muchísimo de las tareas que se hacen con las manos. Desde que tiene más tiempo libre ha conseguido que su hogar, situado en la bajada principal del pueblo, sea uno de los más atractivas. «Traballei dende os catorce anos aos 61 e a verdade é que non podo estar quieto», admite. El muro de su casa está lleno de animales de goma que va comprando y de pequeñas piezas brillantes que va puliendo y haciendo. De colores, consiguen que la vivienda llame la atención.

Lo primero que hizo Amador fue la piscina, que cada poco suben a disfrutar sus nietos, todavía pequeños. «Fíxena eu rápida e correndo para que eles puiden desfrutala», apunta. Luego, le sobraron tiempo y ganas, y decidió vestir una de las paredes de la entrada a su casa. «Estaba fea, sosa. Enchémola de formigón e logo ocorréusenos facer unha cascada e ao final vai con fonte tamén», resume. En esta pared ha situado decenas de pequeños apliques metálicos de colores por los que discurre el agua según cae desde la parte de arriba. Eso provoca acompasados sonidos agudos y acuáticos que consiguen una relajación total nada más entrar por la cancilla.

En todos estos inventos le ayudan su mujer y su hijo. «Gústanlle a todo mundo porque ao final durmir aquí a sesta, con este son, é moi agradable», confirma Amador.

Su casa se llama A Charquiña, porque eso es lo que es, un remanso de agua, paz y tranquilidad. Tiene otro nombre, que luce en una placa de madera en el muro de fuera escrito en árabe. Lo hizo su hija. «Estivo traballando na Embaxada en Rabat e pedínlle que mo traducira para tela tamén a ela sempre presente na nosa casa», confiesa. Lo que pone es «piscina de Merche y Amador». El matrimonio, todavía muy unido, comparte sus días en la casa de Soutomanco, donde él no tiene tiempo de aburrirse.