Embutidos de Maceda de toda la vida, con un toque de I+D+i

MACEDA

La empresa Rualdi abrió sus puertas en 1996

17 feb 2024 . Actualizado a las 12:49 h.

Cesáreo González abrió en el año 1996 Rualdi, una empresa de embutidos que se encuentra en Maceda. Era comercial, pero conocía el proceso artesanal de la mano de su familia, que los hacía en casa. Dio un vuelco en su vida y puso en marcha un proyecto de futuro. Veinte años después, el negocio pasó a manos de su yerno, Anxo López, que hoy es el gerente. Este, tras una década viviendo en Austria, regresó a Maceda para instalarse definitivamente en su tierra: «Alí traballábamos. Tiñamos dous rapaces pequenos cando o meu sogro dixo que se xubilaba e vimos a posibilidade de regresar».

En Rualdi realizan un proceso artesanal de producción de chorizos de carne y cebolla, androllas y salchichón. La fábrica está situada en la aldea de Bustavalle. Se renovó en el 2019 y se amplió en varias ocasiones para incorporar al proceso las nuevas tecnologías. Hace casi tres años comenzaron un proyecto nuevo, apostando por el I+D+i, que tiene como protagonista al porco celta. El objetivo es producir chorizos de esta carne sin aditivos artificiales. Para conseguir el mejor producto cuentan con ayudas de los fondos Feder y tienen como socios al Centro Tecnolóxico da Carne, a Asoporcel y a Agaca.

Anxo López, gerente de Rualdi, en Maceda
Anxo López, gerente de Rualdi, en Maceda Santi M. Amil

«É un proxecto a tres anos e estamos na última fase. Na primeira analizamos que aditivos podiamos usar coa carne de porco celta. Na seguinte, fixemos catas coas solucións que vimos que eran as mellores e a última fase, na que estamos, é a de probas. Poderían estar no mercado a finais desde ano», explica Anxo López. Será, afirma, un producto delicatesen.

Rualdi —el nombre proviene de las iniciales de los hijos del fundador: Rubén, Alcira y Diego— produce unos 100.000 kilos de embutidos al año y su mercado es local, en tiendas de proximidad. «Nótase que a xente busca o sabor tradicional das cousas e aquí pasa igual. Quere que lles recorde o que facían nas súas casas», añade.

En la nave de Bustavalle recepcionan la carne, la seleccionan, la pican, le añaden los diferentes condimentos y las embuten. De ahí pasan a una proceso de secado y ahumado con madera de roble. «Notamos que aumenta a produción ano tras ano. É difícil atopar un produto tan selectivo e a nosa estrela é o chourizo de cebola», relata Anxo. Aunque la empresa ya está en sus manos, a Cesáreo le gusta pasearse por la nave.

«Cada un lévao a súa maneira. Inda que na miña casa facíanse os embutidos, eu fun aprendendo todo na fábrica», señala el fundador, mientras hecha un vistazo a la sala de ahumado. Relata que ninguno de sus hijos quiso seguir con el negocio y que la posibilidad de que se decidiera Anxo fue una manera de mantener la empresa en la familia. «As cousas cambiaron moito. Comezar de cero non é doado para ninguén e cheguei a ter varios empregados. Recordo que cando empecei vendía ás carnicerías de aquí. Ó final á xente gustábanlle as cousas boas e así saíu adiante. Daquela eu era comercial e sabía vender ben, se non no me metería nesto», relata Cesáreo. Como buen vendedor apostilla que él solo compra y come los embutidos en Rualdi.