Agredirnos es un delito

Ana María Giraldo Ramírez CARTA DE UNA SANITARIA

O CARBALLIÑO

María Pedreda

Convocan una concentración ante el centro de salud de O Carballiño

12 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Es imposible dar la espalda al aumento desenfrenado de las agresiones al personal sanitario, principalmente porque los profesionales somos ahora capaces de hablar abiertamente del tema y nuestra realidad aparece en los medios de comunicación.

El 30 de diciembre del año pasado escribí un artículo en este periódico titulado Nuestra salud mental está en peligro. En él mencioné que, para que se nos escuchara, nos tenían que cortar una mano. Cinco semanas después, un enfermero del Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña (CHUAC) fue apuñalado durante su turno por un paciente. Fue un día más de trabajo para él, pero terminó en el quirófano. Desde entonces, la Guardia Civil ha comenzado a investigar lo que ocurre en nuestro día a día y la propia Xunta de Galicia ha reconocido posibles fisuras en los protocolos y ha anunciado medidas.

Hoy, 12 de marzo, se celebra el Día Europeo contra las Agresiones a Sanitarios. Justo hace un año, el Ministerio de Sanidad publicó en su página web datos que confirman que el perfil del profesional agredido corresponde mayoritariamente a mujeres, con una mayor incidencia entre los 35 y 55 años, afectando principalmente al personal facultativo y de enfermería. De todos los trabajadores, son los de las administraciones públicas quienes sufren el mayor porcentaje de amenazas en el trabajo (12 %), y los médicos y médicas los profesionales que concentran la mayoría de los actos violentos (24 %).

No existe un perfil tipo de agresor. Los incidentes suelen originarse por la frustración de expectativas, principalmente falta de recetas, pruebas diagnósticas o derivaciones a especialistas hospitalarios, lo que genera tensión en la relación con el personal médico.

Ahora que los cupos huérfanos abundan en Atención Primaria, los médicos de familia nos hacemos cargo de un mayor número de pacientes, lo que reduce el tiempo de atención en consulta. Esta es la receta perfecta para trabajar en una trinchera y perpetuar la violencia. Pero no somos un muro de lamentaciones ni tenemos por qué aceptar descargas emocionales de ira contra el sistema o contra profesionales de la salud que, según algunos pacientes, no hicieron o dejaron de hacer lo que ellos querían. ¿Hacia dónde vamos? Hoy, en el centro de salud de O Carballiño, reivindicamos este día y enviamos un mensaje claro: «No somos de hierro, somos humanos». Agredirnos, ya sea física o verbalmente, es un delito.

Ana María Giraldo Ramírez Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria.