Adiós a un señor de O Carballiño

MIGUEL ANXO FERNÁNDEZ OURENSE

O CARBALLIÑO

Juan Veleiro Bravo
Juan Veleiro Bravo Lola Veleiro

Recuerdo a la figura de Juan Veleiro en su obituario

29 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Era el tío de mi esposa, Lola Veleiro, único hermano de su padre Cesáreo (1930-1971). Casado con Pura Reboredo (para Loli, su querida tía Puri, y madrina de nuestro hijo Álvaro) y padres de

Belén, Juan Pedro y María, además de varios nietos, nuera, yernos, que lloran su pérdida. Se fue con 93 años. Era Juan Veleiro un militante en O Carballiño, un señor en la tercera acepción del diccionario rae en línea («persona respetable y de cierta categoría social»), coloquialmente un tipo cabal, que es como se dice ahora de la buena gente, que en Madrid leía diariamente la prensa gallega para mantenerse conectado con su tierra, y en La Voz de Galicia, comenzaba por las críticas de cine y televisión, escritas por su único sobrino político. A su manera fue también un self made man, un hombre hecho a sí mismo. Formado en Derecho con un brillante expediente por la USC, a comienzos de los años 60 sacó plaza de técnico de la Administración Civil del Estado cuando aquellas oposiciones eran de gastar codos y quemar pestañas a luz de gas o casi. Fue secretario del ayuntamiento segoviano de Labajos, trabajó en puestos de responsabilidad en los ministerios de la Vivienda y Comercio (asumiendo la Dirección General de Transacciones Exteriores), para, ya en excedencia, ejercer como jurista en bufetes de prestigio en despachos de Madrid, primero en Ayala, después en Serrano y finalmente en Ferraz.

Durante muchos años fue abogado del entonces Asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de O Carballiño, que fundaran los Hermanos Prieto en los albores del siglo pasado. Entre otros reconocimientos, recibió la Gran Cruz del Mérito Civil por el Colegio de Abogados y la Medalla del Mérito al Trabajo por parte del Ministerio de Comercio. Regresando a que se hizo a sí mismo, compartía las noches de estudios trabajando en la histórica clínica dental del doctor Porfirio, en la plaza Mayor, en la primera planta de la Casa dos Quiroga. Segundo hijo del entonces muy querido Bernardino Veleiro, O Marcol, de oficio barbero (pero también acomodador del añorado e histórico Pabellón Neira), y de Lola Bravo, peluquera, el fallecimiento temprano de su emprendedor hermano Cesáreo (ya propietario de Almacenes Gavilán y primer presidente del Club Deportivo Arenteiro), al que Juan prestó toda la ayuda posible en sus complejos tratamientos clínicos en Madrid, le llevó a asumir el papel de baluarte de la familia ya huérfana, con su cuñada Leontina Alemparte y sus sobrinos Lola y César, que siempre le estuvieron muy agradecidos por su constante apoyo.

Para Lola, los Veleiro-Reboredo eran su familia querida. Cuando se habla de generosidad, ese sustantivo suele banalizarse, pero en su caso adquiere una dimensión plena, pues muchos son los carballiñeses a los que habría ayudado , ya fueran en gestiones administrativas o en solucionar su futuro profesional. Era también el orgullo indisimulado de su padre Bernardino, su mejor propagandista. Nunca se desvinculó de O Carballiño, que visitaba varias veces al año y antes de la pandemia, conduciendo desde Madrid para llevarse a su regreso, productos de aquí, como (por citar algunos), quesos de O Geilán, algo de vino, augardente de herbas y lo que se terciara para gozar de los sabores que en Madrid no había. Y hasta hace apenas un par de años, se daba sus paseos por la rúa Principal junto a su esposa Puri, o en solitario por el Parque Municipal siguiendo el curso del Arenteiro. Y se tomaba su obligado café en el Peñasco. Para Juan Veleiro, solo tengo palabras de agarimo. Por caprichos del destino se fue apenas 10 meses después que su sobrina Lola...