«Me tapé la boca y la nariz con un paño mojado mientras el fuego empezaba a correr por todas partes»

M. Vázquez, A. Camba OURENSE / LA VOZ

OÍMBRA

ALEJANDRO CAMBA

Vecinos de Verín relatan cómo vivieron el avance de un fuego que llegó desde Portugal «en unos minutos»

21 jul 2022 . Actualizado a las 11:18 h.

Los tres incendios forestales que llegaron el lunes desde Portugal siguen activos este miércoles en la localidad ourensana de Oímbra. En los núcleos de Rabal, San Cibrao y Videferre se han calcinado ya 1.500 hectáreas y las llamas han dejado a su paso un escenario de desolación y angustia. Como las que vivió Rosa Pérez Lorenzo, que reside en Mandín, muy cerca de Rabal aunque ya dentro del término municipal de Verín. El martes estaba en casa cuando, por la ventana, observó el incendio aún en suelo del país vecino. En pocos minutos, lo tenían en la puerta. «Fue horroroso; yo estaba dentro de casa y vi que estaba el fuego en Portugal, en Vilariño, pero al poco tiempo llegó mi sobrina y me gritó que el incendio ya estaba en Mandín. Yo pensé que ardíamos todos», relataba este miércoles la mujer, que asegura que las llamas avanzaron a gran velocidad. «Llegaron en unos minutos», cuenta.

Enseguida llegó la Guardia Civil con órdenes para desalojarlos de la vivienda, pero la mujer sufre serios problemas en las piernas y su marido planteó a los agentes la posibilidad de quedarse en el domicilio, cuyos alrededores están libres de maleza y sin bosque cercano. Aceptaron, tras darle instrucciones de no salir de la vivienda. «Me metí un paño mojado en la boca y en la nariz mientras el fuego empezaba a correr por todas partes», relató.

Alba, vecina de Mandín, enfriando con una manguera el terreno de los alrededores de su casa
Alba, vecina de Mandín, enfriando con una manguera el terreno de los alrededores de su casa ALEJANDRO CAMBA

La casa de Rosa se salvó y todos en su familia se encuentran bien, pero en el pueblo el miedo continúa. Lo sabe bien Alba, otra vecina de esta misma aldea que cuenta su relato mientras riega con una manguera la finca de su vivienda, totalmente calcinada, para mantener el suelo frío y que las llamas no revivan. «Esta tarde yo había ido a la piscina de Oímbra y me llamó una amiga. Me dijo que no volviera a casa y entonces ya me imaginé lo peor», explicaba este miércoles. Ella, pese a todo, regresó, encontrándose con un escenario dantesco. «Vi el fuego bajando por la montaña y pensé que se me había quemado la casa, no se podía pasar por la carretera», recuerda. Su vivienda, como casi todas en la zona, resistió al fuego, pero todo lo de alrededor está completamente calcinado.