El reto: salvar las crecidas del río y dotar a la capital de infraestructuras útiles y modernas

El paseo por los puentes de Ourense, de la mano del ciclo A Viva Voz, prosiguió su andadura por el viaducto, de la mano de Xosé Carlos Fernández, ingeniero de Obras Públicas. «Lo más importante no es la obra en sí, que es como un decorado. Lo importante es que los puentes son para unir y dar servicio», dijo. Y en el caso del Viaducto, reducir la distancia entre Galicia y la Meseta. No en vano, según explicó, supuso un ahorro de 160 kilómetros de viaje. Xosé Carlos Fernández relató cómo en este caso no fueron las carreteras sino las líneas ferroviarias las que obligaron a su contrucción. La primera Guerra Mundial y la Guerra Civil fueron posponiendo el proyecto, por la situación económica de país y la imposibilidad de importar materiales. En 1943 José Luis Tebas presentó el proyecto y cinco años después se abrió el que es, hasta la fecha, el puente más largo de la ciudad.

Terminó las ponencias Ignacio Álvarez, jefe de grupo de la constructora OCA en Ourense y Castilla y León occidental, para hablar del Milenio y de su simbología, ya que esta fue la empresa encargada de la obra. Una de las diferencias en la contrucción de este puente respecto al resto fue la existencia de una presa que condicionaba el caudal del Miño. Esto, sin embargo, no impidió que la infraestructura sufriera las más grandes crecidas del río de los últimas décadas. «Nosotros contábamos con esa posibilidad por eso, en este caso, fue muy importante cumplir los plazos», dijo. Lanzó al público el reto de encontrar las principales diferencias del Milenio con el resto. «Es el puente de un país rico, el único que no es un arco, su geometría es curva y tiene una ligera pendiente y es el único que se adaptó a las infraestructuras existentes y no al revés», resumió.

---

---

---