A sus 89 años, Antonio Álvarez lleva más de siete décadas escogiendo las mejores uvas para el Santiago de A Ponte

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

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Antonio Álvarez, poniendo el racimo de uvas que seleccionó este año en la mano del Apóstol, en la parroquia de As Caldas
Antonio Álvarez, poniendo el racimo de uvas que seleccionó este año en la mano del Apóstol, en la parroquia de As Caldas Miguel Villar

El vecino pontino empezó su tradición con 18 años y a día de hoy sigue llenándole de ilusión

25 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Pocos son los vecinos en A Ponte que no conocen a Antonio Álvarez Díaz. Este ourensano lleva exactamente 71 años, desde que tenía 18, regalando al Apóstol el racimo de uvas con el que sale por las calles del barrio en la procesión por del día del Santiago. Todo surgió de forma natural. «Él es pontino de nacimiento y de pequeño era monaguillo en la iglesia de As Caldas. Con 14 años empezó a subir a tocar las campanas durante la procesión y un año descubrió que la imagen del santo llegaba con el racimo prácticamente sin uvas porque se le habían ido cayendo por el camino», explica su hijo José Antonio. Entonces, habló con el cura y le ofreció ser él mismo el que le llevase el racimo al Apóstol. El párroco aceptó y desde entonces, desde 1952, mantiene intacta esa tradición que hoy en día es uno de los motores de su vida.

A sus 89 años tiene un físico envidiable y goza de buena salud, pero la edad se empieza a notar. «No tiene una arruga pero es una persona despistada, desde siempre, y ahora un poquito más», confiesa su hijo. Sin embargo, de las uvas de su Santiago nunca se olvida. «Hace tres meses que empezó a sacar el tema. A preguntarme cómo íbamos a organizar, cómo haríamos este año... Ahora ya no habla de otra cosa. Para él es una ilusión muy grande y por eso no tiene pensado renunciar a ella pasen los años que pasen», dice José Antonio.

Tal y como marca su tradición, el día antes del Santiago, Antonio Álvarez sube a Quenlle y selecciona el mejor racimo de una parra que da uva temprana. Es propiedad de un vecino, Aquilino, que se la cede desde que comenzó con su demostración de fe. Antonio escoge las mejores uvas y su hijo se sube a una escalera para retirarlas. Después, juntos las llevan a la parroquia de As Caldas y las ponen en la mano de la imagen del santo que este 25, como cada año, recorrerá A Ponte. También participa en la procesión. «Arranca sosteniendo el brazo izquierdo delantero que sujeta al santo pero solo le dejamos hacerlo unos metros. Luego trataremos de estar su familia, yo y también mis hijos, Nicolás y Jacobo, para irnos turnando y cambiarle el puesto», afirma José Antonio.

Admite que mientras su padre mantenga la ilusión, él se encargará de potenciar que disfrute de esta tradición que comenzó desde niño, que le une a su barrio y que fue capaz de contagiar a toda su familia.