Galicia observa el mayor episodio de auroras boreales desde la Guerra Civil

Raúl Romar García
R. Romar LA VOZ

SOCIEDAD

Ana García

El fenómeno, que también se vio en toda España, pudo contemplarse en latitudes bajas porque coincidió con una de las mayores tormentas geomagnéticas de los últimos 20 años y que irán a más coincidiendo con el período de máxima actividad solar

13 ago 2024 . Actualizado a las 20:15 h.

«Teníamos la previsión de que podía ocurrir, pero lo que hemos visto ha superado todas las expectativas», asegura Óscar Blanco, astrofotógrafo y director del Centro Astronómico de Pena Trevinca. Lo que se ha visto sobre el cielo de Galicia entre la noche del viernes y la madrugada de este sábado fue una espectacular aurora boreal que sorprendió tanto a los aficionados a la astronomía como a los curiosos. Es cierto que no se pudo observar en toda la comunidad debido a que las nubes cubrieron el cielo en buena parte del territorio, pero sí en franjas de la Costa da Morte, de la coste norte de A Coruña y en el interior de Ourense.

Galicia tampoco fue una excepción, ya que el mismo fenómeno pudo contemplarse en prácticamente toda España e incluso en las islas Canarias, según ha constatado la Agencia Estatal de Meteorología y varios observatorios astronómicos.

Fue el mayor episodio de auroras boreales que pudo observarse en la península en decenas de años o incluso en más de cien según las localizaciones. También en Galicia. «Fue algo impresionante. Yo diría que fue la más espectacular que se pudo ver desde el año 1938, coincidiendo con la Guerra Civil», explica el astrofísico y divulgador científico Borja Tosar, sorprendido aún por lo ocurrido.

«Pocas veces recuerdo -dice- tener la idea de prepararnos para ver una porque lo anunciaba la previsión y poder hacerlo, porque, a diferencia de lo que ocurre con los eclipses, las predicciones sobre auroras boreales no son del todo fiables. Fue muy brillante, muy larga en el tiempo, porque duró casi toda la madrugada, y sorprendente». Las predicciones de servicios como la NOAAA de Estados Unidos o la web spacewheater, que habían alertado de una importante tormenta geomagnética, la mayor de los últimos veinte años, acertaron en esta ocasión.

Coincide en la apreciación Óscar Blanco, que apunta que el máximo en el Observatorio de Pena Trevinca, en Ourense, se vio sobre las doce de la noche, cuando aún se podían apreciar los tonos verdosos asociados a una mayor intensidad energética. Más tarde dominaron los tonos anaranjados y rosáceos, que se pudieron apreciar hasta bien entrada la madrugada. «Vi el tono rojizo hasta las 7,45 de la madrugada», apunta el astrónomo.

También se pudieron captar imágenes de las también conocidas como «luces del norte» en la Costa da Morte, donde la fotógrafa de La Voz de Galicia Ana García inmortalizó el momento en Cee y Fisterra, y en Cabo Ortegal.

Donde no se pudo observar fue en Santiago, aunque el director del Observatorio Astronómico Ramón María Aller, José Ángel Docobo, apunta que habrá nuevas oportunidades para hacerlo. «Entramos en un momento de máxima actividad solar, que se prevé que vaya en aumento hasta el primer semestre del próximo año, por lo que es probable que tengamos nuevas ocasiones para contemplar una aurora boreal desde Galicia».

La aurora boreal, desde el observatorio de A Veiga (Ourense)
La aurora boreal, desde el observatorio de A Veiga (Ourense) Óscar Blanco

Es más, en la noche de este sábado podría volver a repetirse el fenómeno. Habrá que estar atento a que desaparezcan las nubes.

Las auroras boreales en latitudes medias como las de Galicia o España son un fenómeno infrecuente, pero no excepcional. Hace unos meses se detectó una en Extremadura y en Toledo, que no se pudo observar en Galicia porque estaba nublado. La última que se vio fue en el 2003. Antes hay que retrotraerse a 1989. «En aquel entonces el cielo se puso bastante rojo apuntando hacia el noroeste y duró unas tres horas», recuerda el astrónomo José Ángel Docobo. Pero la más impactante desde que hay registros fue la que ocurrió en la noche del 25 al 26 de enero de 1938, que duró más de seis horas y que fue documentada con gran exactitud en Lalín por Ramón María Aller.

La aurora boreal (auroras polares del hemisferio norte) es un fenómeno de electricidad atmosférica (electrometeoro) «consistente en un fenómeno luminoso que aparece en las capas superiores de la atmósfera en forma de arcos, bandas, cortinas, etcétera», explica la Agencia Estatal de Meteorología. Al contrario que los fenómenos meteorológicos habituales, se forman mucho más arriba de la troposfera, normalmente a una altitud de entre 90 y 150 kilómetros.

«Las auroras aparecen por la interacción entre el viento solar y el campo magnético de la Tierra. El viento solar es más fuerte en momentos cercanos a la máxima actividad solar, que se produce en ciclos de entre 10 y 12 años», cuenta la Aemet. «Cuando el flujo de partículas procedentes de eyección solar es muy fuerte e interacciona con el campo electromagnético de la Tierra es cuando también pueden verse en latitudes más bajas como Galicia», apunta Óscar Blanco, director del Observatorio Astronómico de Pena Trevinca.

Actualmente, se está cerca del máximo de actividad solar, por lo que las auroras polares se deben a la presencia de partículas cargadas eléctricamente y eyectadas desde el sol (el viento solar), las cuales actúan sobre los gases enrarecidos de las capas superiores de la atmósfera. Así, se desencadena una tormenta geomagnética, lo que permite percibir auroras desde latitudes más bajas.

En esta ocasión, las «luces del norte» pudieron observarse en casi toda España. Una de las de mayor actividad se registró en Cataluña, donde fue identificada por el Parque Astronómico del Montsec, ubicado en Àger (Lleida). «Fue la más importante registrada en estas latitudes al menos en los últimos 150 años», según confirma el director del centro, Salvador Ribas.

Desde esta instalación se detalla que la unión de varias eyecciones de masa coronal han generado un evento del tipo conocido como G5, el más intenso después de la tormenta solar de 1859 o evento de Carrington, que detuvo los telégrafos en medio mundo y generó problemas eléctricos.