El amor no entiende de edad: Luis Lamela tiene 103 años y le saca veinte a su mujer

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

OURENSE CIUDAD

Luis y Sira, en la cafetería del Hotel Princess, donde toman café a diario
Luis y Sira, en la cafetería del Hotel Princess, donde toman café a diario Santi M. Amil

Este ourensano conoció a su esposa en 1969, trabajaron juntos en su tienda de decoración y el próximo año celebrarán sus bodas de oro

09 dic 2023 . Actualizado a las 13:24 h.

El amor no tiene edad. Ni entiende de tiempos. Lo saben bien Luis Lamela Deza (Ourense, 1920) y Sira Álvarez Rodríguez (Verín, 1940). Estos dos ourensanos se conocieron en 1969 por casualidad. «Fue de una forma muy sencilla. Yo estaba trabajando en Muebles Calvo y ella entró en el equipo», recuerda Luis. Dice que le deslumbró nada más verla. «Yo me quedé viuda muy joven y la verdad es que me costaba mucho encariñarme, pero Luis fue siempre tan bueno y tan implicado, que terminé enamorándome. Lo consiguió», añade Sira. Después de cuatro años de noviazgo se casaron en septiembre de 1974. Ella tenía entonces 33 años y él 53. «Me quitaba tantos años que yo pensaba que me quedaría sin marido otra vez enseguida, por eso tardé tanto en darle el 'sí, quiero'», confiesa la verinense. Por suerte, se equivocaba. Cinco décadas después siguen juntos, más unidos que nunca, con 83 y 103 años respectivamente. En el 2024 celebrarán sus bodas de oro. 

Pero es que estos dos ourensanos han compartido mucho en la vida, tanto en lo personal como en lo profesional. Al poco de conocerse, Luis se estableció montando su propio negocio, Lamela Decoración, en la calle Concordia, frente al Xesteira. «Estábamos día y noche juntos y lo único que puedo decir es que me casé con una maravilla de hombre.  El comercio era muy bonito. Vendíamos sobre todo cortinas y alfombras y hasta teníamos encaje de Camariñas», explica Sira. Luis esperó a que su mujer se jubilase para cerrar el comercio, por lo que siguió trabajando hasta tener más de ochenta años. «No me importó porque siempre me gustó mucho la decoración y la verdad es que no tenía un empleo que agotase a uno. Iba a tomar medidas a las casas y tramitaba los pedidos», admite. «La verdad es que siempre fue un hombre extraordinario. Condujo hasta que cumplió los 93», apunta su mujer. 

Luis y Sira tienen una hija, Belén, que vive en Valencia y que les ha dado dos nietos. Antes iban varias veces al año a verlos pero ahora son ellos los que vienen para visitar a los abuelos. En unos días llegarán para celebrar la Navidad juntos. Este año será especial pues Luis se encargó de encender la iluminación navideña de Ourense. Lo hizo junto a otros dos vecinos de la ciudad, el jugador del COB Romaro Gill y una niña de siete años del colegio La Purísima, Valentina do Couto. «Al principio no quería porque a estas alturas de mi vida me parecía una exageración ser el protagonista de nada, pero el alcalde insistió muchísimo y al final accedí», admite.

Luis y Sira toman café a diario en el Hotel Princess
Luis y Sira toman café a diario en el Hotel Princess Santi M. Amil

A Luis siempre le gustó leer y a sus 103 años sigue disfrutando de esa afición. «Creo que la lectura es importantísima. Desde muy joven comprendí que era una fuente de conocimientos muy importante y de hecho en casa tenemos una biblioteca muy grande», dice. También lee el periódico a diario. Lo hace en su ratito de café, que comparte con Sira, en el bar del Hotel Princess de Ourense. «Salgo todas las tardes y, si el tiempo lo permite, también por la mañana», afirma. Luis es totalmente independiente. Es socio del Liceo y hasta hace pocos años iba a diario. «De momento me valgo por mí mismo para todo, aunque reconozco que los años pesan», admite. Lo nota especialmente en los oídos, pues apenas oye, y en la vista, ya que tiene un problema en los párpados que le impide abrir del todo los ojos. «Aunque puedo leer y ver bien a mi Sira cada día. Con eso basta», bromea.

A Sira le encanta el ratito de café con su marido, al que habitualmente se suman también las amigas. Es una mujer coqueta y con mucho carácter. «Todo el que le falta a Luis, lo tengo yo, pero nos queremos mucho», afirma. Dice su marido que cocina mejor que nadie. «Y eso que a él no le gusta casi nada, ni la carne, ni el pescado, ni las verduras», comenta. Aunque si le ponen un plato de cuchara delante, lo devora. También les gusta viajar. Hasta este año, iban todos los veranos a Benidorm, donde Luis compró un apartamento en 1968, antes de conocer a Sira. «Fui de vacaciones con un amigo y me gustó tanto aquello que me compré el piso bajo plano. A mí me encantaba nadar y el Mediterráneo tiene una temperatura tan buena que no salía del agua», cuenta el ourensano. 

Este matrimonio es el ejemplo de que el amor no tiene edad. «Creo que es entenderse, dialogar y aprender a escuchar al otro. Hoy las parejas se retan y se comparan, en lugar de verse como un mismo equipo, y eso es lo que falla», termina Sira. «Me casé con el amor de mi vida y sigo compartiéndola con ella, así que soy un suertudo», apunta Luis.