Abre el primer alojamiento de Vilardevós: «Es un proyecto basado en el amor a los abuelos»

Uxía Carrera Fernández
UXÍA CARRERA OURENSE / LA VOZ

VILARDEVÓS

Rubén Fernández frente a los futuros alojamientos de A Esperanza da Trabe
Rubén Fernández frente a los futuros alojamientos de A Esperanza da Trabe MIGUEL VILLAR

Rubén Fernández es de Ermua pero sus raíces están en A Trabe, donde decidió transformar la casa familiar en apartamentos turísticos que revitalicen la aldea

11 may 2024 . Actualizado a las 10:52 h.

Los alojamientos de turismo rural siguen expandiéndose por los rincones de Galicia para sacar partido a su naturaleza. Por el municipio de Vilardevós, de 1.702 habitantes, todavía no había apostado ningún emprendedor. Quizás porque nadie miró a la montaña ourensana con los ojos de Rubén Fernández. Hijo de un ourensano emigrado al País Vasco, está reformando la casa familiar en la aldea de A Trabe para convertirla en dos apartamentos turísticos. Lo hace porque recuerda la felicidad de correr por el pueblo cuando era niño y quiere dar vida a sus 22 habitantes. 

La casa de turismo rural se llama A Esperanza da Trabe. Por dos motivos, porque así se llamaba su abuela y porque con la apertura del negocio quiere que la aldea vea un futuro mejor. Los abuelos de Rubén Fernández y sus padres nacieron en esta aldea de Vilardevós. Su padre emigró primero a Zúrich y después se asentó en Ermua, donde todavía reside Rubén. Nunca perdieron la vinculación con sus raíces. Desde pequeño, el vasco venía a pasar los veranos y las vacaciones a la aldea. La infancia la recuerda con sus amigos del pueblo «en libertad». Cuando creció suponía pasar de trabajar en su villa en una cooperativa de máquinas y herramientas a estar en medio de la naturaleza. 

En el 2000 su padre falleció y tuvo que cuidar a sus abuelos. Ya no residían en su primera vivienda en el pueblo sino en otra casa que construyó su familia en 1972 con el dinero que enviaron de la emigración en Suiza. «Se hizo con su esfuerzo y dejarla caer era una pena», defiende. Desde que sus abuelos ya no están y Rubén veía en sus visitas como A Trabe iba perdiendo población, se propuso emprender para homenajear a sus antepasados y poner en el mapa su aldea: «Es un proyecto basado en el amor a los abuelos». De hecho, incluso colocó un escudo familiar en piedra.

Vistas a la montaña desde una de las habitaciones de la casa
Vistas a la montaña desde una de las habitaciones de la casa MIGUEL VILLAR

Solicitó ayudas de fondos europeos con la idea de construir cabañas, pero el proyecto no fue aceptado así que decidió seguir por su cuenta. «Quise cambiar de vida y darle ejemplo a mi hija de que se puede luchar por tus sueños», confiesa. Compró al resto de la familia toda la casa y los terrenos para convertirla en apartamentos turísticos. Serán dos alojamientos independientes, uno en la planta superior con capacidad para siete personas y otro en la inferior, para cuatro. Tendrá punto de recarga para coches eléctricos, horno de leña y barbacoa.

La casa se encuentra en la entrada del pueblo, a más de 800 metros de altitud, frente a una paronámica despejada que permite ver la montaña ourensana y la portuguesa, con la frontera casi a los pies de la aldea. Fernández aprovechó las vistas del inmueble y en el primer piso incluso instaló un yacusi de madera frente a un gran ventanal desde el que poder ver el amanecer. Tras varios años trabajando en la obra, este mes la inaugurará. Ha organizado para el 18 de mayo una fiesta por todo lo alto, con música incluso llegada desde el País Vasco, porco ao espeto y la Gramola. 

Rubén Fernández confía en el atractivo del municipio, que esconde rincones como la cascada de A Cidadella: «Por qué no van a venir turistas, yo estuve en más de 40 países por trabajo y pasar aquí mis vacaciones sin ser un lugar turístico era una pasada.» La paz de la montaña pueden ser el ambiente perfecto para quien busca anonimato y paz. 

Una estatua a su abuela

Fernandez con la estatua de madera de su abuela
Fernandez con la estatua de madera de su abuela MIGUEL VILLAR

La finca donde se asienta A Esperanza da Trabe está pensada con una decoración al detalle. Para empezar, el cierre del terreno es un de madera como los tradicionales del País Vasco. En la parte posterior de la casa, un gran mural cubre la fachada recogiendo la esencia de su abuela, que también tiene una estatua: «Si cada presidente o famoso tiene su estatua por qué no la va a tener mi abuela». Con varios castaños como base, también colocará una gran escultura de un dragón hecho en madera. 

Fernández defiende que el alojamiento es una apuesta «desde el corazón» que no realiza para ganar dinero sino para hacer algo para los demás. Cree que A Trabe se merece estar en el mapa por su paisaje y por haber sido mantenida con el esfuerzo de personas como sus abuelos. De momento, vive a caballo entre el País Vasco y Galicia aunque se plantea mudarse. En parte por el interés que ya está generando la casa: «Tengo la sensación de que se está creando la necesidad de venir a conocerla». Por primera vez, Vilardevós dará la oportunidad de alojarse en el municipio y disfrutar del atardecer de la montaña.