En Ciencias Sociais se celebran unos comicios que solo dan derecho a una buena nota. Es una pena, porque los candidatos se las traen
15 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.En estos tiempos revueltos, de políticos que son capaces de reírse cuando se evidencia que algo muy feo hay detrás de su currículo, de otros que están todo el día con el y tú más en la boca porque seguramente no cuentan con mucho más discurso, de aquellos que acaban de llegar a la poltrona y les sale de dentro, con pasmosa naturalidad, esa vieja frase de «no sabe usted con quién está hablando», da un poco de pereza pensar en una campaña electoral. ¿O no? Se avecina más de lo mismo, dirán muchos. Y seguramente acierten. Quizás fue eso mismo lo que pensaron los alumnos de Técnicas de Comunicación Electoral e Institucional cuando su profesor les dijo que, como práctica de la materia, tenían que crear partidos, desarrollar una campaña y medir fuerzas en unos comicios. Quizás pensaron que tenían que huir de promesas irrealizables y de actos de pompa y boato, vamos, de todo lo habitual de las campañas, y sorprender. Y vaya si lo lograron.
A saber. Se eligió como tema central de las elecciones el mundo del cine y las series televisivas. No quiere decir que los chavales tengan que medir sus fuerzas hablando de cine, sino que el séptimo arte les sirve como inspiración para sus campañas. Luego cada uno elige los valores que transmite. Dado que se trata de seducir al personal en las urnas, dos de los partidos se decantaron por series televisivas de esas que están arrasando. Tienen como tema el narcotráfico, cómo no. Y son Narcos y Fariña. Un tercer partido se acordó del mítico Xabarín club, y uno más recurrió a la película Chicas malas. A partir de ahí, ingenio puro.
Una descarga de fardos
Los partidos que eligieron a los narcos como musas -entiéndase bien el asunto, solo los usan para captar la atención de los votantes, no es que quieran ser como los señores de la droga- no se amilanaron y lo mismo programaron una descarga de fardos en toda regla como invitaron a desayunos con supuesta
fariña
encima de las viandas. Casi nada. ¿Y todo ello para qué? «Para que os votantes -el próximo jueves tendrán derecho a depositar su papeleta en las urnas todos los alumnos de Ciencias Sociais-
se fixen en nós e a partir de aí darlles a coñecer as nosas propostas. Nós por exemplo non queremos facer promesas para a facultade que non podemos cumprir, queremos feitos. Por exemplo, hai un montón de anos que estamos pedindo un microondas para a facultade porque non hai onde quentar a comida que traemos nas fiambreiras. Pois nós directamente trouxemos o microondas... é todo un pouco esaxerado, como facían tamén os narcos
», dice Ángel, el candidato de uno de los partidos en liza, llamado O Cartel. El otro partido de los narcos hizo un juego de letras. Se llama Anarcos y añadió esa a, precisamente, para hacer llegar algo de anarquía a la facultad: «Queremos dejar de ser tan competitivos entre nosotros».
Luego están quienes fiaron sus resultados al Xabarín club. Buscan una vuelta a la niñez, a la creatividad que nos sale de dentro cuando somos pequeños. «Todos temos un neno dentro», dice Noelia, la portavoz. Y por último quienes se amarraron a las Chicas malas y proponen buscar el lado rosa y divertido de la vida. «Que todo tenga derecho a ser libre y elegir cómo quiere ser», defiende su candidata. Los argumentos suenan bien y los chavales los exponen con la convicción que a veces no se ve en los mítines políticos. Igual es porque ellos no prometen en falso.