Medio centenar más de personas cada día en las colas del hambre de Pontevedra

Nieves D. Amil
Nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

RAMON LEIRO

«Preparamos más de 50 kilos de carne y tres sacos de 25 kilos de patatas al medodía», explica la cocinera del comedor de San Francisco. El Banco de Alimentos duplicó su recogida en el 2020 al alcanzar los 2.450 toneladas

16 mar 2021 . Actualizado a las 11:29 h.

El comedor de San Francisco repartió ayer 170 raciones de comida. La cola se prolonga por la cuesta del convento casi hasta el cruce con la calle Pasantería. En ella, decenas de personas esperan su ración diaria, algunos están desde bien temprano esperando a que el padre Gonzalo abra las puertas y comience el reparto. Poco antes de la una y media comienzan a recoger, la tartera de carne guisada está vacía y Carmen Canosa comienza junto a sus compañeros a limpiar todo. El covid ha alargado esta cola del hambre, que hace un año repartía cerca de 140 comidas y hoy son 170, pero es habitual que a final de mes se alcancen los 200. El padre Gonzalo teme que si la situación no mejora esta cifra siga incrementándose. Pero lo hace al mismo ritmo que la de la solidaridad. «Aquí sobrevivimos de los dos cepillos de la iglesia y de lo que nos van donando», explica el alma del comedor de San Francisco, que agradece la colaboración de grandes empresas que cada día dejan en sus instalaciones el excedente de mercancía.

También los particulares se acercan hasta el bajo del convento para ayudar. «Los que vienen suelen ser siempre los mismos, hay inmigrantes que no tiene trabajo o que se han quedado sin él, familias gitanas y gente mayor que está sola y la pensión no le da para todo», apunta el padre Gonzalo sobre el perfil de los usuarios del comedor, que desde que comenzó la pandemia despacha la comida en la puerta del convento por la limitación de aforo. Mercadona, A Devesa, Froiz o Frutas Moncho son algunas de las empresas que colaboran habitualmente con el comedor social de Pontevedra. Además de estas empresas, el Banco de Alimentos les lleva siempre mercancía. Hacen recogida y compra que distribuyen mensualmente entre las asociaciones, oenegés o parroquias que después atenderán a los más necesitados. Al frente del Banco está José Luis Doval, que cuando se le pregunta si la ciudad es solidaria es más que contundente: «Sí, mucho. Pontevedra siempre es muy solidaria». Y apoya está afirmación en una cifras que hablan por sí solas. Si en el 2019 se recogieron 1.200 toneladas de comida en toda la provincia, en el año del covid está cifra se duplicó hasta alcanzar las 2.450.

Estos días, después de haber hecho el reparto de alimentos tienen las estanterías casi a cero, pero asegura que eso es cuestión de días. Está previsto reponerlas en breve porque este año, a diferencia de años anteriores, la recogida de Navidad en los supermercados fue de dinero y no de productos. «Las plataformas de alimentación son las que deciden cómo se hace y este año por el covid, la Operación Kilo fue con aportaciones de cinco, diez o veinte euros. Con ese dinero vamos tirando y comprando a lo largo del año de forma escalonada», explica José Luis Doval, que reconoce que «sin duda fue el año de la ayuda social».

Colas en el comedor de San Francisco, en Pontevedra
Colas en el comedor de San Francisco, en Pontevedra RAMON LEIRO

«Todos somos vulnerables»

Hasta mayo y junio no vieron las consecuencias reales en la economía de la gente. Ahora se han acostumbrado a oír tragedias diarias y eso que no están en la primera línea como es el caso del comedor de San Francisco. «Tenemos casos de personas que jamás pensaron que pudiesen llegar aquí, para muchos es una situación vergonzante. Hace poco había un matrimonio en el paro con tres hijos que si pagaban el alquiler no tenían para comer», lamenta Doval. Ella trabajaba en un restaurante y él era agente comercial. El covid se tragó sus ahorros y los llevó a pedir ayuda. «Si algo nos ha enseñado esta pandemia es que todos somos vulnerables», asegura el responsable del Banco, que cree que la demanda de ayuda se ha cronificado en las personas que tienen entre 50 y 55 años. «Muchos se han quedado sin futuro en el mercado laboral», apunta. Y la pregunta que más ronda por su cabeza es ¿cuándo dejará de seguir aumentando a demanda? La única respuesta que tienen clara es que «nosotros estaremos siempre aquí, ojalá no hiciésemos falta, pero eso es muy difícil».

«Preparamos más de 50 kilos de carne y tres sacos de 25 kilos de patatas para una sola comida»

La cocinera del comedor de San Francisco, Carmen Canosa, servirá hoy callos y ya tiene en mente lo que hará los próximos días para los más de 170 táperes de comida que repartirá en las puertas del convento. Desde las 8.30 horas se mete en la cocina junto a Manuel y preparan el plato caliente del día y los bocatas que incluye cada ración diaria. «Cuando hacemos un guiso como el del lunes preparamos 50 kilos de carne y tres sacos de patatas para una sola comida», explica Carmen, que asegura que cuando toca hacer arroz necesita 22 kilos de pasta. Canosa lleva 15 años trabajando en la cocina del comedor de San Francisco y reconoce que nunca había visto una situación tan límite, con días en los que llega a servir hasta 210 raciones. «Cuando es final de mes la situación se pone peor», explica esta cocinera. Cada ración lleva un plato caliente, un bocadillo, fruta y yogures o leche, pero en ocasiones entregan también pan de molde o bollería. Es raro que a Carmen le sobre algo, sobre todo desde que se entregan los táper, en lugar de servirse en el interior de San Francisco, algo todavía impensable por la pandemia.

Cómo ayudar 

Se puede entregar comida en la calle Faustino Santalices, número 2 o llamando al 986 865301 y lo van a recoger a casa. Necesitan aceite, cacao, azúcar, conservas o botes de legumbres.

Los particulares podrán entregar cualquier alimento no perecedero en sus instalaciones de la calle Aduana entre las 8.30 y las 13.30 horas.