Alejandro Muñiz, el policía de Pontevedra que está camino de arbitrar los partidos de Champions

Nieves D. Amil
Nieves D. Amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Alejandro Muñiz, en Pontevedra en una foto de archivo
Alejandro Muñiz, en Pontevedra en una foto de archivo CAPOTILLO

Este pontevedrés de 32 años da el salto a la internacionalidad tras dos años dirigiendo encuentros en Primera División

27 jun 2023 . Actualizado a las 16:21 h.

Alejando Muñiz da un paso más al alcanzar la internacionalidad. El árbitro pontevedrés pitará en los grandes estadios de Europa a partir de enero. «Cuando empecé pensábamos que la élite era la Tercera División», reflexiona este gallego de 32 años, que hace tan solo dos dio el salto a la Primera División. Pontevedra volvía a tener un árbitro en la élite desde que Bello Bando se retiró hace casi 30 años. Reconoce que el verdadero cambio en su trabajo está cuando se accede al fútbol profesional. Su meteórica carrera le ha obligado a ir adaptándose rápidamente a cada competición, pero notó un gran cambio cuando pasó de la antigua Segunda División B a Segunda. «Recuerdo que cuando empecé en esa categoría me llamaba la atención el físico de los equipos», señala tras conocer que compaginará la Primera División con las competiciones FIFA. El ascenso lo conoció este martes, pero no será hasta enero cuando comience a viajar por Europa para arbitrar. 

Desde que se enteró ha repetido una y mil veces que todavía no dirigirá un partido de Champions. También ahí hay categorías. «Hay como tres grupos: second, first y élite, ahora empiezas en el más bajo, que son partidos de categorías inferiores o fases previas de selecciones sub-21, por ejemplo y ojalá pueda ir subiendo», recalca Muñiz, que sueña con llegar a arbitrar un partido de la Champions League. «Estamos en el camino», advierte con una sonrisa.

Este pontevedrés comenzó arbitrando en la delegación de Pontevedra de la Federación Galega de Fútbol y nunca pensó que llegaría hasta el nivel que tiene ahora. El top le parecía ya haber llegado a Primera, pero ahora da un salto más. Hace cuatro años, cuando la Federación Española de Fútbol lo promocionó para dirigir los partidos de Segunda, aparcó su trabajo de policía nacional y criminólogo para centrarse solo en el arbitraje. Pidió una excedencia en una profesión vocacional, que mamó siguiendo los pasos de su padre (Guardia Civil) y entró en la Comisaría de Vigo. «Es un trabajo que me apasiona, pero no podía dejar escapar esta oportunidad», señala. La policía y el arbitraje es como si le preguntan a quién quiere más, a papá o a mamá. Lo reparte de forma equitativa, pero sin duda, cada una tiene su momento. Y este es el del fútbol.

¿Cuánto tiempo puede seguir ejerciendo de árbitro? La normativa en España es estricta y con más de 45 años tendrá que dar un paso a un lado. Ya no correrá por los campos, pero podrá ser uno de los asistentes en el VAR. Pero para ese momento todavía falta demasiado. Tiene 32 años y llega al fútbol internacional de la FIFA después de que dos de los árbitros internacionales de élite hayan tenido que dejarlo este año por cuestión de edad. Su adiós abrió la puerta de su ascenso. Está tan ilusionado y seguro de sí mismo que solo quiere que llegue enero. «No me asusta, tenemos la suerte de que en España hay una liga tan potente y fuerte que no creo que se note un cambio muy drástico», señala Muñiz este martes, al tiempo que reconoce que lograr la internacionalidad llega tras los informes de la CTA (comité técnico de árbitros). «No es un criterio arbitrario, sino arbitral. Hacen informes nuestros, nos evalúan y puntúan para luego decidir quien asciende de categoría», subraya Alejandro. Llegar a la élite no es fácil. «Estadísticamente es difícil conseguirlo porque solo hay 30 árbitros en toda Europa», apunta.

Sin equipo

Alejandro Muñiz no tiene equipo. Al menos no confiesa qué colores le tiraron desde niño. Es tan profesional que se ciñe solo a la parcialidad. Pero para evitar intereses, la Federación Española de Fútbol no lo designa a encuentros entre clubes de su comunidad. Arbitra dos partidos al mes y en un tercero está en el VAR en los grandes estadios, pero desde el campo, la grada solo es ruido. «El anonimato de la masa», apunta. Haber crecido desde las categorías más bajas del fútbol le da una visión que pocos tienen. Era un crío cuando cogió el silbato por primera vez para pitar a chavales de su edad. Cree que en estos 15 años el ambiente ha mejorado: «Antes la situación era más grave, ahora los medios de comunicación han ayudado y que te puedan grabar con un móvil hace que todo esté más tranquilo». Por muy duro que parezca asegura que son peores los partidos de juveniles que los de Primera División. Esa multitud de la grada de los grandes partidos hace que los insultos pasen, casi siempre, desapercibidos. «Aunque de mi madre es de la que más se acuerdan», bromea Alejandro, que reconoce que su familia ve ahora más fútbol por seguir al árbitro.