La vuelta al mundo de un entrenador de Pontevedra con una familia multicultural de cinco hijos

PONTEVEDRA

Jorge Álvarez

Jorge Álvarez recorrió Tailandia, Rumanía y China y desde el 2018 vive en Malasia

13 jul 2023 . Actualizado a las 12:01 h.

Cuatro países y seis ciudades en diez años es una estadística difícil de igualar. La vida de Jorge Álvarez transcurre en una maleta. Y eso que ahora lleva cinco años de estabilidad en Malasia, donde ha ganado 13 títulos con el Johor Darul Tazim,el equipo de Malasia del Sultanato de Johor. Pero antes de aterrizar allí, este preparador físico que pasó por las filas del Pontevedra, Celta de B y Real Madrid Castilla vivió en Tailandia, Rumanía y China. Para entender su presente hay que echar la vista atrás diez años, cuando en septiembre del 2013 y tras un par de años sin trabajo le surgió la oportunidad de cruzar el planeta e instalarse en Buriram, una pequeña ciudad de Tailandia en la que descubrieron la bondad de sus vecinos.

A Jorge le sobraron dos días para tomar la decisión. «En España no tenía oportunidades y en 36 horas hice las maletas y arranqué para Tailandia», recuerda Álvarez, que se fue dejando en Galicia a su mujer y un bebé de un año porque inicialmente iba tan solo dos meses. Acabó convirtiéndose en una experiencia de diez años y una familia numerosa de cinco hijos.

De esta década dando vuelta al mundo se queda con lo bueno. Eso tiene más peso en un balance donde también hay etapas que han sido oscuras. De la naturaleza de Buriram, donde los elefantes paseaban por la calle en una ciudad de poco más de 25.000 habitantes a la dureza de China o el amor por Rumanía. Jorge es capaz de extraer solo lo que le hace feliz. «A nivel vital China fue muy duro, pero igualmente nos enriqueció», explica, al tiempo que intenta sacar siempre la parte positiva de cada país. Incluso cuando llegaron a Chengchow, en la provincia de Henan. «Era una ciudad de diez millones de habitantes sin europeos. No podíamos conducir y necesitábamos un chófer. Cada día era un reto», recuerda sobre una etapa que duró 20 meses y que con la distancia que da el tiempo, cree que hubiese aguantado más tiempo, si no fuese porque a su mujer Marta Cebreiro se le hacía cuesta arriba.

La oportunidad de Rumanía los sedujo más y «nos enseñó a cambiar la percepción del ciudadano rumano que hay en occidente». Timisoara fue el lugar del que se enamoraron. «Nos fuimos a la aventura y estando allí, supimos que habíamos acertado», recuerda con un cariño especial por el trato y por la cercanía con España. Al final, regresar a casa siempre está en la mente de esta familia numerosa a la que le gustaría que sus cinco hijos tuvieran vivo el vínculo con sus abuelos. En Rumanía también vieron la inseguridad de Ploesti, pero seguiría volviendo al Este de Europa siempre que pudiese. ¿Quién sabe si volverá?

La experiencia que arrancó en Tailandia y siguió en Rumanía y China los llevaría de nuevo a Bangkok, la gigante capital tailandesa en la que se instalaron a las afueras junto a la ciudad deportiva del Bangkok Class. Marta Cebreiro, que dejó todo por seguir la carrera deportiva de su marido, pasaba semanas sola y descubrió la bondad de los tailandeses. «Cuando yo no estaba, se preocupaban de que ella estuviese bien. El tailandés es noble y buena gente, pero el turismo está haciendo que su carácter empiece a cambiar», reflexiona Jorge Álvarez, que es padre de una familia multicultural reflejo de todas esas experiencias que han ido dando forma a este equipo de siete en el que conviven hindúes, vietnamitas, malayos y españoles.

Cinco hijos pequeños

A Noe, el hijo mayor de 10 años, que nació en Vigo; se fueron uniendo Anh Tuan, de 8 años; Kiran y Thien, de 4 y 2 años, respectivamente, y la benjamina, Cloe, de un añito. «Dos son biológicos y tres adoptados, hemos aprendido que hay otras formas de ver la vida distinta a la europea y que nos debería hacer reflexionara», explica este preparador físico que entrena en Malasia el club del Príncipe de Johor. Recuerda que cuando vivía en Buriram siempre paraba en una cafetería a medio camino entre su casa y las instalaciones deportivas del Buriram United. «Me gustaba su café, pero me costaba encontrarla abierta. Cuando un día le pregunté a la chica que lo atendía, me dijo que cuando tenía para el día, cerraba», explica Álvarez, que aprendió a entender las mil y una vidas que se encontró por el camino.

Familia álvarez

No sabe a dónde lo llevará el futuro. Tiene la espinita de entrenar en Japón, pero desde que hace cinco años llegó a Malasia reconoce que tiene calidad de vida. «El dueño del club es un hombre serio que si ve en ti lo mismo, te recompensa», apunta Jorge, que aunque echa de menos a su familia y le gustaría probar en un equipo de España, «el futuro lo sigo viendo en el extranjero». Le han llegado ofertas de otros países, pero va a ser duro despegarlo de Malasia, a donde llegó en el 2018.