Guillermo Torres: «El alumno es el que se responsabiliza de su formación y el profesor pasa a ser un facilitador de esa formación»

Alfredo López Penide
López Penide POIO / LA VOZ

PONTEVEDRA

ADRIÁN BAÚLDE

El CEO del SEK Education Group remarca que el SEK-Atlántico «es un colegio realmente de referencia»

11 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Tiene claro que «lo que diferencia al SEK de otros grupos educativos es que este es un colegio realmente de referencia y lo podemos ver en los ránkings, lo podemos ver en montones de cosas que hacemos, pero, sobre todo, lo que es importante es que el SEK es un grupo y actuamos como grupo. Tener muchos colegios y una universidad nos permite desarrollar mucho más nuestra enseñanza, trabajar mucho más el modelo y tener una capacidad inversora sabiendo que esto no es un fondo de inversión», remarca Guillermo Torres. El CEO del SEK Education Group subraya, en este sentido, que «es un grupo de una familia de educadores, de una familia que lleva 130 años apostando por desarrollar a los niños, por formarlos, no solo como futuros empleados, sino como personas. Pienso que ese es uno de los de los valores de los valores diferenciales del SEK, el tener un grupo detrás fundado por una familia de educadores».

—Además han innovado en nuevas formas educativas...

—Siempre digo que el SEK va más allá. Nos hemos ido apuntando a las diferentes tendencias o, incluso, las hemos creado. Por ejemplo, tenemos el IB, el bachillerato internacional, del que tenemos todas las etapas porque fuimos uno de los primeros grupos en implantarlo en España. Creo que en Galicia hay cuatro centros, dos públicos y dos privados. Pero no nos conformamos con aplicar el bachillerato internacional, intentamos ir más allá. No es conformarse con el estándar, sino que el estándar es nuestra base y nosotros desarrollamos otras actividades. Tenemos un programa con Yale sobre bienestar emocional, otro con Harvard sobre cómo utilizar el entorno y cómo conseguir que la educación se contextualice en el entorno en el que vivimos. Esta es un poco la idea. Somos innovadores. Somos bachillerato internacional, sí, pero siempre intentamos ir un paso más adelante.

ADRIÁN BAÚLDE

—De hecho, en Galicia, el colegio SEK-Atlántico de Poio fue pionero en Galicia en implantar el IB.

—Sí, fuimos pioneros. Tuvimos otros compañeros de viaje que desde entonces se han bajado y seguimos apostando de forma fuerte por la formación internacional. Además una de las ventajas de estar en un grupo es que nuestros chicos, cuando llegan a la edad adecuada, los enviamos a dos años a los Alpes, los mandamos a Dublín, tenemos los colegios de Oriente Medio con los que hacemos intercambios... Hay esa dimensión internacional y el IB es una de las piezas importantes.

—Lo que está claro que esa visión de la educación únicamente a base de hincar el codo es cosa del pasado, ¿no?

—Sí. Es algo que se puede ver cuando uno visita las aulas. Utilizamos unos espacios muy abiertos en los que, evidentemente, está el profesor, están los alumnos, pero los alumnos interaccionan entre las clases. Nuestros alumnos tienen proyectos que cuando uno se pasea por la cafetería o por las aulas ve lo que están haciendo. Tienen proyectos de arte, de síntesis... El alumno es el que se responsabiliza de su de su formación y el profesor pasa a ser un facilitador de esa formación de forma que nuestros alumnos son mucho más emprendedores, mucho más despiertos en ese sentido, mucho más autónomos desde pequeñitos. Una de las cosas que pienso y defiendo es que una de las partes más importantes de la educación para formar a los niños como personas son las primeras etapas, es infantil. Sobre todo es formarlos muy bien en esas edades para que sean muy autónomos, para que desarrollen la curiosidad porque eso es la base. Las notas que consiguen después no son casualidad. Son el resultado de todo este proceso que, al final, son bloques que cuadran entre sí.

—¿Qué retos tienen por delante?

—Mantener la excelencia de este centro ya es un reto. Seguimos pensando que este es un colegio de referencia. Es un colegio por el que seguimos apostando. Tenemos montones de proyectos internacionales. Me gustaría que los niños utilizasen más estas opciones para salir al exterior, para verse fuera, para aprender más, para descubrir la curiosidad. El reto es preguntarse «¿cómo seguimos mejorando nuestro modelo educativo para que los niños cada vez aprendan más y mejor y se vuelquen en lo que es la internacionalización?». Vamos hacia una época en la que será muy importante el formar como personas. Uno puede enseñar una materia, no voy a decir más o menos igual, porque al final los temarios son los que son, pero lo que es muy importante es que cuando un niño se va de aquí haya adquirido el estilo de la casa, el estilo SEK. Decía uno de nuestros profesores que es inefable, pero lo cierto es que cuando uno ve a un antiguo alumno nuestro sabe que es un antiguo alumno nuestro. Otro de los retos es mantener que el colegio siga siendo un colegio puntero también en instalaciones. Vamos a hacer toda una serie de actuaciones, toda una serie de inversiones, algunas en Semana Santa, otras en verano, para que la calidad de nuestra enseñanza se vea reflejada también en la calidad de las instalaciones.

ADRIÁN BAÚLDE

—¿Y retos a nivel de grupo?

—La integración. Esto no son quince colegios y una universidad, es un grupo de quince colegios y una universidad. Lo importante es que todas las piezas cuadren y que los alumnos, cada vez más, perciban el valor de estar en un conjunto, en un ecosistema educativo. Hay cosas que hacemos entre la universidad y los colegios. Tenemos un programa de comunicación audiovisual, tenemos un centro que se llama Media Lab en la universidad. Estamos montando un programa preuniversitario para que los estudiantes en verano puedan ir a descubrir la universidad. Para mí, lo más importante es que haya esa conjunción. Los estudiantes lo aprecian mucho. El miércoles estaba en una reunión con estudiantes para que me explicasen qué es lo que les interesaba y ellos me decían: «Una de las cosas que más nos ha cambiado es el tener contacto con gente como nosotros, pero de otros contextos, de otros entornos y otros países».

—¿Cómo se integra el SEK en el sistema educativo?

—Somos una de las opciones del sistema educativo. Lo que ofrecemos es una opción, humildemente voy a decir, de calidad y con una propuesta muy diferencial que está dando sus resultados. Algunos de nuestros estudiantes, evidentemente, a nuestra universidad, pero tenemos a muchos que se van a universidades públicas de España o universidades de todo el mundo, y cuando vemos los resultados, no solo los resultados académicos, que también... Pero hay toda una serie de intangibles que, al final, es lo que hace la diferencia. No es solo ya el que tengamos unos alumnos que sean buenos en lo que hacen, sino que uno de nuestros pilares es que mejoren el mundo. La ventaja es que tenemos 130 años de antiguos alumnos para poder medir y parece que realmente están siendo diferenciales en la en la sociedad.

—Antes le preguntaba por los retos, ¿pero cuáles son los hándicaps a los que se enfrentan, hoy en día, los estudiantes?

—Estamos viendo que en la sociedad en general, sobre todo después de la pandemia, todo el tema de la salud, la salud emocional, el bienestar, incluso, en la vida de familia hay toda una serie de retos. Esto es algo por lo que ya apostábamos, pero estamos reforzando porque es especialmente importante.

—Al margen del alumnado, ¿creo que también forman profesionales?

—Somos la institución de referencia en España en la formación de los profesionales de bachillerato internacional e, incluso, como ahora tenemos colegios en diferentes geografías, especialmente en Oriente Medio, las universidades de esas zonas, viendo a nuestros a nuestros profesionales, nos están pidiendo si podemos ayudarles también en la formación de sus profesionales. No es solo un reconocimiento de decir «qué bien lo hacéis», sino que es un reconocimiento de decir: «Vemos que lo hacéis tan bien, que, por favor, nos podríais ayudar a formar a nuestros futuros profesores». A mí me parece algo realmente muy bonito. Además, nosotros tenemos una facultad de educación a través de la que formamos profesionales que van a estar en nuestros centros o en otros. Nosotros medimos lo que hacemos y medimos si lo estamos haciendo bien o lo estamos haciendo mal, qué cosas funcionan, qué cosas no funcionan. Es una manera de enseñar muy científica, en el sentido de no hacemos las cosas por casualidad, sino que hemos probado muchísimas cosas, hemos medido cuáles funcionan y cuáles no, y nos hemos quedado con las que pensamos que funcionan mejor. Y eso es una de las una de las claves de que nos esté yendo bien.