La lucha contra el fuego de los voluntarios: «Devolvemos a xente de Casaio o favor que nos fixeron todo este tempo»

A. Davila PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

La asociación Sputnik Labrego, en primera línea de fuego con la gente del pueblo para ayudar a sofocar los incendios

22 ago 2025 . Actualizado a las 18:33 h.

El aire en Santa María de Casaio huele a humo. Las montañas, normalmente serenas, rugen estos días con el crepitar del fuego. En esta aldea de Carballeda de Valdeorras, un pequeño grupo de voluntarios se ha adelantado a los medios oficiales para librar una batalla que no solo es por la tierra, sino por la memoria.

Los primeros en llegar no fueron bomberos ni brigadas forestales, sino los vecinos y parte de los integrantes de la asociación Sputnik Labrego, acompañados por miembros de la comunidad de montes. Su misión no era otra que salvar el Teixadal de Casaio, un bosque de tejos centenarios, el más antiguo de Galicia, que el fuego comenzaba a rodear sin piedad.

Hace una semana, apenas cuatro personas se enfrentaban a las llamas. Con el material y la ropa que pudieron reunir y una geografía aprendida a golpe de años, fueron conteniendo el fuego por varios frentes. Poco a poco, se sumaron más manos hasta formar un equipo que aguantó los días más duros, mientras la llegada de medios aéreos se hacía esperar. Hoy, aunque la amenaza ha menguado, siguen allí, hombro con hombro con la gente del pueblo.

Francisco Alonso, arqueólogo marinense y profesor en la Universidad de Vigo, lo explica con la serenidad de quien conoce el peso de lo que está en juego: «O Teixadal é un bosque único. Son Teixos centenarios a maioría de eles nun lugar mítico do montañismo galego e se ardía iso perderíamos unha xoia natural das poucas que quedan no país. Fuimos por iso e tamén polo resto do monte e pola xente de Casaio. O monte é perigoso e hai que coñecelo. Nós, en Sputnik Labrego, temos unha experiencia aprendida da xente do pobo durante todos estos anos sobre o monte que quiximos poñer a disposición. Digamos que lle devolvemos a xente de Casaio o favor que nos fixeron todo este tempo».

En un vídeo publicado el jueves, Alonso mostraba cómo el Teixadal había resistido: «O lume foi rodeándoo dende arriba, pero o bosque autóctono resistiu. É unha lección para seguir apostando polas frondosas e as especies autóctonas». En Casaio, los bosques de frondosas y de ribera han actuado como cortafuegos naturales, una defensa silenciosa que confirma lo que los lugareños saben desde siempre: preservar lo autóctono es también una estrategia contra el fuego.

Cada hectárea que arde aquí se puede llevar consigo más que madera: castros, minas históricas como la de Valborraz, arte rupestre milenario como el conjunto de pinturas esquemáticas de Pala de Cabras, el mayor de Galicia y una biodiversidad difícil de recuperar.

Un vínculo forjado en la historia

Sputnik Labrego no es un visitante ocasional. Desde 2017 trabaja en la zona, investigando la resiliencia de las comunidades labriegas gallegas ante los grandes cambios históricos. Sus excavaciones han documentado campamentos de la guerrilla antifranquista, como la mítica Ciudad de la Selva, así como castros, restos de la Guerra Civil y estructuras únicas en Galicia.

Esa relación estrecha con la comunidad, que los acogió «como a fillos», se ha tejido en años de trabajo compartido, caminatas por el monte, excavaciones y conversaciones que permitieron sacar a la luz un documental y un libro, así como diferentes campañas arqueológicas.

Mientras parte del equipo sigue en Casaio, el corazón de Sputnik Labrego late con preocupación por Vilamartín de Valdeorras, otro de sus lugares de estudio y también golpeado por las llamas.

Lo que ocurre en Casaio es una lección de resistencia, cooperación y arraigo. Un ejemplo de cómo, cuando la urgencia llama, la defensa del monte es también defensa de la identidad y de la memoria colectiva.