Los gigantes verdes de los que sentirse orgullosos en Pontevedra y su comarca
PONTEVEDRA

Una ruta para descubrir los árboles singulares que dan vida a nuestra zona
30 sep 2025 . Actualizado a las 16:25 h.En Galicia, la Xunta distingue como árboles singulares aquellos ejemplares que destacan por su tamaño, rareza, antigüedad, valor histórico o interés científico. Estos árboles, avalados por un expediente técnico, se convierten en patrimonio natural y merecen una protección especial. Pontevedra y su comarca atesoran doce de estas maravillas vegetales que aguardan ser descubiertas.
Pontevedra capital concentra once de esos gigantes, mientras que el duodécimo se eleva en el vecino municipio de Poio. A ellos debemos unir también los bosques y ejemplares únicos de municipios cercanos como Caldas de Reis y A Lama.
Para empezar la ruta, nada mejor que adentrarse en el pazo de Lourizán, un auténtico museo botánico al aire libre. Con más de medio millar de años de historia, el pazo de Lourizán evolucionó de granja en el siglo XV a residencia señorial en el XIX, cuando el político Eugenio Montero Ríos lo convirtió en lugar de encuentro de la élite cultural y política de su tiempo. Hoy, sus 54 hectáreas de jardines y arboleda albergan un arboreto que reúne especies traídas desde los cinco continentes, lo que lo convierte en un enclave privilegiado para descubrir árboles singulares.

Frente al invernadero modernista de cristal se alza un avellano centenario de más de diez metros de altura, enraizado desde hace un siglo. Muy cerca, la sófora japonesa recibe a los visitantes con sus ramas colgantes. También asiáticos, los castaños chinos y japoneses plantados en el siglo XIX ofrecen un legado de resistencia, fruto de los cruces con el castaño autóctono para combatir la enfermedad de la tinta. Seguimos con las especies de origen asiático con la criptomeria japonesa, mencionada ya en estudios de los años setenta, ejemplar que desafía al cielo con sus más de 35 metros de altura.
A pocos pasos, el cedro del Líbano, plantado hace más de un siglo, preside la escalinata principal con sus 32 metros imponentes. Un poco más adelante, la metasecuoya, fósil viviente redescubierta en China en 1941, brilla como la más antigua de Galicia con apenas medio siglo de vida.
El broche en Lourizán lo pone la secuoya roja, crecida durante 140 años hasta rozar los 43 metros. Este coloso arbóreo es uno de los mejor documentados de toda la colección y un símbolo de la capacidad de los jardines de adaptarse y prosperar.
Más allá de Lourizán
Si exploramos en la ciudad del Lérez más allá del encanto arbóreo que ofrece el entorno del Pazo de Lourizán, una parada la debemos hacer en el centro urbano. Aquí son de admirar los tres cedros del Himalaya que flanquean los jardines de Vincenti siendo historia viva de uno de los espacios verdes por excelencia del núcleo urbano lerezano.

De ruta por el rural pontevedrés, en la parroquia de Salcedo, podemos conocer la araucaria del pazo de Gandarón, plantada hace 130 años. Este árbol supera los 25 metros y embellece los jardines de este caserón del XVIII.
Antes de abandonar Pontevedra nos dirigimos a Mourente, concretamente a la capilla de Santa Margarida. El roble que vive en el atrio de la iglesia lleva medio milenio de vida allí y se considera el último vestigio del legendario robledal de los Gafos.
Si cruzamos el puente de A Barca para acercarnos a Poio, la finca de Besada esconde otro verde inquilino de origen exótico (Nueva Zelanda) e identidad casi exclusiva. La metrosideros cercano al palacete de Augusto González Besada es un árbol único en Galicia que alcanza los 16 metros de altura.

En pleno centro urbano de Caldas de Reis, junto al curso del río Umia, se extiende el Parque-Jardín y Carballeira, un espacio verde de 3,5 hectáreas que combina valor botánico, paisajístico y patrimonial. Diseñado originalmente bajo el estilo inglés, este enclave fue reconocido como Paraje Pintoresco y Jardín Histórico en 1962, y hoy ostenta la distinción de Bien de Interés Cultural.
Mención de Rafael Areses
Entre sus especies más singulares destaca una araucaria brasileña, ubicada en una de las zonas que bordean la plazuela del estanque de Conchas, desde donde ofrece una estampa especialmente llamativa. También sobresale una cunninghamia de gran porte, rodeada por un conjunto de árboles exóticos como criptomerias, camelias, plátanos de sombra y árboles de té. Este ejemplar fue ya mencionado por Rafael Areses en su obra de referencia sobre parques y jardines gallegos publicada en 1953.
La carballeira, situada en la ribera derecha del Umia, reúne más de 200 robles alineados en hileras, lo que revela su origen artificial. La diversidad de formas y tamaños entre los ejemplares aporta riqueza visual y ecológica a este conjunto forestal, que constituye uno de los pulmones verdes más emblemáticos de la villa.
El itinerario lo cerramos en Cuntis y en A Lama. La parroquia de Estacas (Cuntis) custodia un bosque centenario de alcornoques que invita a perderse entre troncos remontando casi doscientos años de historia. Por último, en A Lama está el Carballo do Pelete, un roble con más de quinientos años que evoca la memoria de los antiguos bosques de la región.
Estos árboles singulares son mucho más que puntos verdes en el mapa provincial. Son un legado vivo de la historia de pazos, jardines, iglesias y ciudades. Y, de paso, una excusa para calzarse las botas y trazar una ruta por la historia botánica de la comarca.