Dos vías de investigación en el caso de la pareja calcinada de Campo Lameiro: crimen machista o suicidio

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

CAMPO LAMEIRO

Agentes de la Guardia Civil en Campo Lameiro tras aparecer un coche calcinado con dos personas dentro
Agentes de la Guardia Civil en Campo Lameiro tras aparecer un coche calcinado con dos personas dentro Elena Fernández

Si se confirma que Ramón, que era un maltratador con dos condenas encima, mató a Marisol serían ya 14 las mujeres asesinadas por violencia sexista en lo que va de año en España

12 jun 2025 . Actualizado a las 21:01 h.

Este jueves, la delegación del Gobierno contra la Violencia de Género, publicó en la red social X (antiguo Twitter) un mensaje que decía: «Estamos recabando datos del asesinato por presunta violencia de género de una mujer en la provincia de Pontevedra». No se hacía mención expresa al caso de la pareja que apareció calcinada en Campo Lameiro y desde el Ministerio de Igualdad, a preguntas de La Voz de Galicia, tampoco accedían a aclarar si se referían a ese suceso. De serlo, implica que lo que se está investigando es si Ramón García Souto, un maltratador con dos condenas, mató a Marisol Costa Pereira, la mujer con la que seguía conviviendo a pesar de tener una orden de alejamiento en vigor que le prohibía comunicarse o acercarse a 200 metros de ella.

En realidad, y según fuentes próximas a la investigación, ese mensaje va un poco por delante de los datos que maneja la Guardia Civil. Están abiertas dos vías: la del crimen machista y la del suicidio, que pudo ser inducido en el caso de ella por las circunstancias en las que se produjo, ya que Ramón maltrataba habitualmente a Marisol y esta había dado sobradas muestras de estar en una situación de sumisión absoluta. De confirmarse la hipótesis del crimen machista, serían ya 14 las mujeres asesinadas por violencia sexista en lo que va de año en España. 

Hasta ahora, lo que estaba probado es que Ramón García Souto maltrataba de forma habitual a la mujer con la que apareció muerto en una pista de Campo Lameiro, ella calcinada dentro de un vehículo y él a dos metros del turismo. De hecho, ella estaba en riesgo alto dentro del sistema de protección Viogen y él tenía una orden de alejamiento de ella en vigor que obviamente no cumplía en absoluto, porque vivían juntos y porque en los últimos días antes del fallecimiento de ambos fueron vistos en Campo Lameiro durmiendo en el vehículo en el que luego aparecieron calcinados.

La investigación de ese fallecimiento se antojó muy compleja desde el minuto cero porque el coche ardió y el fuego, tal y como señalaba un agente especializado de la Guardia Civil en el lugar de los hechos, «lo complica todo». Se estima que en el vehículo, en el que probablemente había carburante en latas y algún producto acelerante del fuego debajo de los asientos, se alcanzaron unos mil grados de temperatura mientras Marisol permanecía dentro. Normalmente, la incineración de un cadáver se hace a unos 850 grados de temperatura. Ella fue encontrada en el asiento del copiloto, que estaba recostado, como si no se hubiese movido a pesar del fuego. ¿Significa eso que tenía sus facultades alteradas por alguna sustancia o que la habían matado previamente a calcinarse? Son preguntas a las que todavía debe responder la investigación. Pero, de momento, técnicamente parece que no es posible determinar qué fue lo que ocurrió. Además, distintas fuentes apuntan también a que los registros hechos en la vivienda que ambos compartían no aportaron demasiadas pistas. 

Sea como fuere, y teniendo en cuenta que la hipótesis del crimen machista está sobre la mesa y que hay estupor entre los colectivos feministas por el hecho de que el Concello de Moraña, donde ambos vivían, decretase idéntico luto por el maltratador que por la víctima, al atardecer de este jueves está prevista una concentración en este municipio de repulsa por lo ocurrido. Este jueves por la noche, más de medio centenar de personas se manifestaron en Moraña al grito de «non estamos todas, falta Marisol». No participó en la concentración nadie del gobierno local.

Los últimos pasos y escenarios de la pareja 

Marisol y Ramón llevaban años con una relación muy perjudicial para ella, habitualmente llena de golpes a los que no lograba dar explicación. En el 2021, a raíz de una agresión en plena vía pública en Cuntis vista por testigos y una paliza posterior en el domicilio de ambos que llevó a Marisol al hospital, se puso una denuncia. Todo ello derivó en que la pareja cesase la convivencia un tiempo, que a Ramón se le condenase a 21 meses de cárcel (la sentencia salió en marzo y no es firme) y se le pusiese una orden de alejamiento de la víctima. Era, en realidad, su segunda condena. Porque ya le habían impuesto una pena anterior de otros 21 meses por el maltrato reiterado a su exmujer, de la que tenía una orden de alejamiento también vigente. 

Pero Ramón no llegó a entrar en prisión. Retomó la convivencia con Marisol y, en lugar de seguir residiendo en un edificio, donde la paliza que en el 2021 le dio a esta mujer pudo ser escuchada por los vecinos, que fueron los que dieron la voz de alerta, se fueron a vivir a un lugar apartado. Residían en Silvoso, en Moraña, en un lugar sin casas alrededor donde aunque la víctima gritase no la iba a escuchar nadie. ¿Qué les llevó a cambiar esa rutina si convivían pese a que él tenía una orden de alejamiento? Puede que se marchasen de ahí porque como a él le había salido su segunda sentencia condenatoria por malos tratos en el mes de marzo y ahora ya acumulaba una pena de tres años y medio de prisión sin cumplir, posiblemente, le tocase entrar pronto en prisión. Así que quizás quería eludirla y por eso se fueron en el Audi de su propiedad y él dejó de acudir a su trabajo en una empresa de contenedores sin haberlo comunicado previamente. 

Se marcharon primero a Lugo, al municipio de Bóveda. Ahí, la Guardia Civil les interceptó porque se había dado una alerta por la desaparición de Marisol, a la que los agentes del instituto armado controlaban para saber que seguía viva debido al riesgo alto que presentaba su caso de violencia. Les pararon, lo detuvieron a él y lo metieron en el calabozo. A ella, que permanecía en un aparente estado de sumisión total, la llevaron a dormir a un hostal. La mujer se comportó de forma tan muda e impasible en el alojamiento que llamó la atención. Pese a ello, al día siguiente,  el juez de Monforte que le tomó declaración a Ramón lo dejó libre. Y ella se marchó con él. 

A partir de ahí, su vida fue, aparentemente, la de dos personas que huyen de algo, pero no con demasiada convicción, porque, si bien no fueron a su casa, volvieron a la provincia pontevedresa y empezaron a deambular por su vecino municipio de Campo Lameiro. Allí no se escondieron. Desayunaban en un bar y dormían en la vía pública. Pernoctaron dentro del coche varios días y fueron muchos los que se percataron de la identidad de Ramón, bien conocido en la zona por pertenecer a una familia que protagonizó distintos dramas o sucesos. La Guardia Civil le tomó declaración tanto a la hostelera que les atendió esos días, que señaló que a ella lo que más le llamó la atención es que se sentaban en la mesa del bar y no hablaban el uno con el otro, como al dependiente de una gasolinera a la que también acudieron. En esta estación de servicio pasó algo que quizás sea relevante en la investigación: compraron latas de carburante, que se llevaron en su coche. 

Antes de aparecer calcinados, aún hubo una pequeña oportunidad más de que fuesen interceptados. Una patrulla de la Guardia Civil los vio por Campo Lameiro y los agentes notaron cómo el conductor, que posiblemente era Ramón, porque siempre iba él al volante, trató de darles esquinazo. Le perdieron la pista sin poder darles el alto. Y esa misma noche, que era la del lunes 26 de mayo, hay constancia de que entraron por la pista del lugar de Caneda de la que nunca más salieron. ¿Qué pasó allí? Si iban escapando de la patrulla que les había visto, quizás pudieron precipitarse las cosas. Porque esa pista es engañosa para quien no la conoce, ya que empieza con asfalto y luego está en tierra y actualmente no se pasa con un coche como el que ellos llevaban. Puede que se quedasen ahí parados porque el vehículo no avanzaba. Pero también es posible que Ramón, que es vecino del municipio de al lado, conociese bien el camino y que supiese que iban a acabar tal y como lo hicieron. Todo ello puede que lo determine la investigación. 

Sus cadáveres no se encontraron hasta el sábado 31 de mayo, es decir, probablemente cinco días después de que muriesen quemados. El cuerpo de él pudo ser identificado, pero el de ella apareció en una situación tan delicada que fue necesario cotejarlo con el ADN de uno de sus cinco hijos. Las pruebas genéticas revelaron lo que la familia de Marisol daba por hecho: que era ella la que había muerto junto al hombre que la agredía.