El cuerpo a cuerpo con las «bestas» de las jóvenes apeitadoras de Amil: «Non temos medo, aquí as mulleres somos bravas»

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA LA VOZ

MORAÑA

CAPOTILLO

La histórica tradición de la rapa de Moraña suma este domingo una nueva edición y lo hace derrochando savia nueva, con más de cien personas deseosas de luchar en el curro

15 jul 2024 . Actualizado a las 18:59 h.

No se llama rapa, sino Baixa das Bestas. Y se celebra en un sitio con tanta historia como belleza y magia, el monte Acibal, en la parroquia de Amil, en el municipio de Moraña. Ahí, este fin de semana, cumpliendo con una tradición ancestral, las «bestas» volvieron a bajar al curro para que los apeitadores (ellos prefieren usar este nombre y no el más popular de aloitadores, ya que en esta zona de Galicia siempre se les llamó así por lanzarse al pecho de los equinos) las sometiesen a su anual sesión de peluquería; a la tradición de la rapa.

Se miró al pasado para no perder la esencia. Pero esta rapa tiene los pies muy puestos en el presente y un futuro totalmente garantizado. Porque la pasión de los caballos de monte y de la rapa ha prendido con fuerza inusitada tanto en esta parroquia como en todo el municipio de Moraña y de Barro de la mano de la Asociación Cultural Monte Acibal, que cuenta con una legión de más de cien personas dispuestas a meterse en el curro y lanzarse al pecho de los caballos. Se lanzan ellos. Y ellas. Sí. Este domingo, a nadie le pasaba desapercibida la cantidad de mujeres que se metían al cuerpo a cuerpo con las yeguas de monte. Lo explicaba bien una de las apeitadoras y organizadoras de la Baixa de Amil, Lucía Pérez: «Non temos medo a rapar, que aquí as mulleres somos bravas», indicaba con tanta retranca como euforia desde el Acibal. 

La Baixa de Amil dio comienzo este sábado aunque, como cuentan desde la organización, en realidad el trabajo empezó mucho antes. Hace cinco años que la asociación que sigue adelante con esta tradición cambió de directiva y empezó a enganchar a gente joven: «A paixón polos cabalos foi medrando e estes últimos días foi impresionante o que pasou no monte», explican. ¿Qué ocurrió? Empezaron a hacer las labores para juntar las manadas para este fin de semana y allí se plantaron más de cien personas para echar una mano. Hay apeitadores de todas las edades, pero llama la atención la cantidad de jóvenes que se fueron sumando a esta tradición transmitida de padres a hijos en Amil, donde se pasó de hacer la rapa junto a su emblemático santuario a llevar a las bestas en el Acibal. Se sumaron varones y también un buen número de mujeres con garra que este domingo ofrecían un descomunal espectáculo en el cuerpo a cuerpo con el caballo. Lucía, que es menos apeitadora de lo que le gustaría porque al estar en la organización de andar pendiente de muchas cosas y apenas puede entrar a rapar, indica: «Claro que se che pon un nó no estómago ao entrar onda as bestas, pero é impresionante o que vives, a adrenalina que soltas é moito». 

La rapa en Amil, como manda la costumbre y pide la cabeza (aunque el cuerpo se resienta lo suyo) se combinó este fin de semana con música hasta altas horas y acampada multitudinaria. Pero la juerga hasta altas horas no impidió que desde el domingo por la mañana hubiese lleno de público y apeitadores para dar rienda suelta a la Baixa de Amil y posterior rapa, que está más viva y coleando que nunca, con 160 cabezas de ganado en el curro.