Falta de iluminación, charcos, tramos sin techumbre... son solo algunos de las deficiencias de esta icónica estructura
18 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Son poco más de doscientos metros. Una distancia que Usain Bolt cubriría en apenas unos veinte segundos, pero que muchos, vecinos de Poio y de Pontevedra, consideran un mundo. Tras 150 años de vida, el puente de A Barca se mantiene como un emblema de la ciudad del Lérez, pese a la paulatina decadencia en la que está inmerso.
Para paliar esta situación y dar un giro de 180 grados a la situación de esta infraestructura, la Xunta prevé realizar este año una inversión de 1,3 millones de euros. Aunque el proyecto definitivo aún no se ha hecho público, todo parece indicar que será una reforma integral la que se lleve a cabo en la que se proceda a la sustitución de la actual marquesina, que data de finales de la década de los noventa, por algún tipo de elemento acristalado.
Lo cierto es que, un año después de que la Xunta inspeccionase con drones el puente, circunstancia de la que se hizo eco La Voz, las deficiencias del puente se han agudizado. Así, los episodios vandálicos se han intensificado y han tomado como objetivo principal las luminarias. No es raro que muchas de ellas aparezcan periódicamente destrozadas, pese a que se han adoptado algunos métodos rudimentarios para tratar de protegerlas.
Esta circunstancia se suma al hecho de que muchos de estos elementos no están siendo sustituidos al finalizar su vida útil, por lo que, al caer la noche, las penumbras son la tónica predominante. Tanto el Concello de Poio, que sí está reponiendo algunas de las luces, como el de Pontevedra están a la espera de conocer el proyecto de reforma en el que aguardan se incluya un apartado específico para iluminación.
Y de igual modo que no se sustituyen buena parte de las luminarias, tampoco se ha hecho lo propio con las planchas de la cubierta que «volaron» con el primer temporal del pasado año.
La inspección con drones determinó que si, por un lado, no se detectaban deficiencias de carácter estructural, por otro, era preciso llevar a cabo una serie de actuaciones encaminadas a garantizar su conservación. De este modo, se observó que el paso del tiempo había hecho mella en la madera de la marquesina -de hecho, inicialmente, esta disponía de una barandilla de este material, pero tuvo que ser sustituida por una metálica debido a la acción de la climatología-. De igual modo, se confirmó que muchos de los anclajes de la cubierta de chapa estaban gravemente afectados.
Como también lo están unas aceras por las que diariamente transitan cientos de personas. En algunos puntos, se ha levantado el suelo, mientras que en otros es habitual que se formen charcos y esté resbaladizo en el momento que caen unas gotas de lluvia. En ambos casos, el riesgo de que un viandante sufra una caída es más que evidente.