
Rubén trabajaba en comercio internacional cuando le picó el gusanillo emprendedor. Quería montar un local distinto. Lo hizo. En Percalandia se reúnen hasta 40 chavales para jugar a cartas Magic o Pokémon
13 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Rubén Vázquez Justo, nacido en Poio cuando los años ochenta del siglo pasado aún se estaban estrenando, está convencido de que todos llevamos un friki dentro. Tiene razones para pensar así. Regenta dos tiendas de esas que hacen las delicias de quienes coleccionan catanas, figuras de los más diversos personajes de cómic y series televisivas o productos asiáticos y ve cómo cada fin de semana en su local se juntan hasta treinta o cuarenta chavales para descubrir el género que él va trayendo y, sobre todo, para jugar a las cartas que más de moda están: las Magic y Pokémon. ¿Jugar dentro de una tienda? Sí. Y gratis. Porque el de Rubén no es un comercio al uso. Él quería algo distinto. Y lo ha conseguido con Percalandia y Percafood, que tienen unos nombres tan frikis como su protagonista, aunque él rehúye un poco de este término porque le parece que se abusa demasiado de él.
Efectivamente, este comerciante que abraza ahora los cuarenta y pico años fue crío en Poio. Y fue también niño de videojuegos. Tiene gravado en la memoria lo que supuso para él que su hermano mayor le regalase por su primera comunión una videoconsola Master System —llegado a ese punto, comenta que «ahora él es socio de esa empresa, cerrando el círculo»—. Era la maquinita que le hacía competencia al todopoderoso Mario Bross. Y Rubén se pirró por ella.
Con el tiempo, la afición a los videojuegos mutó por un interés importante por la tecnología, que derivó en que estudiase un ciclo de Desarrollo y Aplicaciones Informáticas. «Se suponía que tenía mucha salida, pero a los pocos años ya había cambiado todo lo que aprendimos», dice entre risas. Sea como fuere, se empleó en Vigo, en comercio internacional, vendiendo tecnología sobre todo al mercado de América Latina. Ese trabajo se terminó y a él le picó el gusanillo emprendedor: «Tenía que decidirme entre mandar currículos o montar un negocio y me decanté por lo segundo», dice. Quería algo con lo que fuese a disfrutar y que tuviese un mercado con futuro. Y lo tuvo claro: «Me decidí por todo el merchandising de las series, porque actualmente casi todo el mundo ve series en alguna plataforma. También por los Funko y por supuesto por los juegos de mesa, los videojuegos y libros».
Empezó primero, en el 2019, con un negocio en Internet. Lo bautizó ya como Percalandia y utilizó como logotipo una figura de un gato. ¿Por qué? «Lo de Percalandia fue para huir del término friki. Y el logotipo es mi gato, que se llama Carl por un personaje de la serie The Walking Dead». Cuando el negocio arrancaba, llegó el covid a intentar arruinarlo todo. Pero Rubén, que deben gustarle los retos, decidió que a grandes males, grandes remedios. Y redobló su apuesta por Percalandia. Así, abrió una tienda física en el barrio de San Antoniño de Pontevedra, en la que puso una pequeña mesa con sillas por si alguien se animaba a quejarse a jugar una partida a las cartas o a algún juego de mesa.
Su apuesta funcionó y al poco tiempo se fue creando una comunidad de frikis. O no frikis. Pero, en todo caso, aficionados a las series televisivas y a pasar el tiempo rompiéndose la cabeza con juegos de mesa y con una buena partida de cartas Pokémon. Las quedadas se fueron haciendo más grandes y Rubén entendió que aquel primer tablero para jugar no llegaba. Cambió de local, se fue hasta la plaza de Barcelos, donde está ahora ubicada Percalandia. Ahí cuenta ya con una zona de recreo amplia, en la que se puede jugar gratuitamente con los demás aunque no se compre nada en la tienda. «Me parece importante que los chavales tuviesen un sitio donde estar. Aquí vienen jóvenes desde los 14 años a los 40, hay un ambiente fenomenal», indica.
Lo curioso es que cuando trasladó su negocio de San Antoniño a Barcelos no cerró la tienda que dejaba atrás. La transformó en un establecimiento llamado Percafood, donde ofrece otro género muy de moda: comida y todo tipo de productos asiáticos. Se venden refrescos SodaCan, una bebida llamada Ramunen y, por supuesto, ramen, mucho ramen, que se puede consumir en el propio local o llevarlo a casa.
Rubén reconoce que mantenerse como autónomo y pagar a una persona empleada cuesta lo suyo en Pontevedra. Pero tiene al esperanza de que la comunidad de clientes y amigos que ha ido haciendo continúe dando y ampliando sus frutos. Dice que hay chavales a los que ve crecer en su tienda. ¿Será por frikis, no?