Los anfitriones del rey emérito en Sanxenxo: «Nos emociona verlo tan feliz otra vez en casa»
SANXENXO
Juan Carlos I no tuvo regata, pero disfrutó viendo a su nieto Pablo Urdangarin jugando a balonmano en Pontevedra. Hoy disfrutará de su tercer día en Sanxenxo, antes de partir a Madrid el lunes. El Gobierno acrecienta sus críticas por la visita
22 may 2022 . Actualizado a las 12:04 h.Si algo se sabía que iba a haber este sábado en Sanxenxo era expectación. Por el ambiente, por el rey emérito, por la regata. Pero el tiempo volteó los planes y pausó el ajetreo de una jornada que estaba programada para hacer historia. Poco antes de las once de la mañana, Juan Carlos I llegó al Náutico en el coche de Pedro Campos con el único objetivo de sentarse al timón del Bribón. Lo acercaron hasta el pantalán donde embarcaría después de casi dos años sin patronear.
La falta de viento impidió que arrancase la competición en hora, pero las ganas de navegar del exmonarca no necesitaban el empujón del dios Eolo. Los vítores de «¡Viva España!» y «¡Viva el rey!» desde el espigón bastaban para dar alas al Bribón. Solo hizo falta que una embarcación de motor supliese al viento y enganchase el velero para que don Juan Carlos se reencontrase con la caña que no manejaba desde hacía casi dos años, cuando también escogió Sanxenxo para despedirse de España antes de su retiro en Abu Dabi. Las decenas de curiosos, algunos de ellos llegados desde Valladolid, como María Antonia Queipo de Llano, lo despidieron con banderas españolas. «Ha dado su vida por España y tenía que volver», decía.
Y la expectación con la que amaneció el día continuaba. Si empezaba o no la regata era una incógnita que sobrevoló Sanxenxo hasta media tarde, pero en tierra poco preocupaba. Entre las dudas de si arrancaba el Trofeo Viajes Interrías, la mujer de Pedro Campos, la brasileña Cristina Franze, llegaba al pantalán después de haber acompañado al «señor» en su reencuentro con el mar. La hasta ahora desconocida anfitriona de Juan Carlos I regresaba a tierra mientras su esposo se quedaba a bordo de una neumática y el rey emérito al timón del Bribón. Emocionada y al borde de las lágrimas, no tenía más que muestras de cariño para su invitado real. «Está muy feliz, yo me emociono porque lo veo tan feliz otra vez en su barco y en casa,. El cariño de la gente lo ha hecho todo. Solo de recordarlo me emociono, de verdad», decía una tímida Cristina Franze, después de llegar a tierra.
En sus redes sociales, donde se presenta como terapeuta y astróloga, repetía que había sido «un día increíble». «Mi eterno cariño, admiración y respeto a mi eterno rey», añadió.
Estas frases en su cuenta de Instagram se superponían sobre los vídeos del Bribón navegando. Sobre lo que ocurrió la noche anterior en su casa de Nanín dijo que estaba inmensamente feliz: «Es una persona tan cercana con todos, con nosotros, con la gente que trabaja, es un hombre increíble. Estamos todos felices de que esté en casa».
A pesar de que la bandera de regata aplazada seguía ondeando en el balcón del Náutico, la vista en el horizonte del Sea Cloud Spirit, un velero de tres mástiles y 138 metros de eslora, hizo que buena parte de los embarcaciones de la competición se echasen a la mar para ver de cerca un crucero de lujo fabricado en la ría de Vigo. Llegaba con turistas dispuestos a disfrutar de la regata. Y si algo brinda Sanxenxo es espectáculo. El de ayer estaba servido. Así que recordando el The Show Must Go On de Queen y con las nubes empezando a descargar el agua que llevaban conteniendo todo el día, la regata hizo el amago de arrancar con las embarcaciones bailando alrededor de un velero con medio centenar de pasajeros a bordo y 80 miembros de tripulación.
Ahora sí, ya nada podía salir mal. El espectáculo en la bahía de Sanxenxo se había conseguido, a pesar de que la «inestabilidad de dirección e intensidad» del viento impidió al final la regata. El velero de tres mástiles recogió sus velas y fondeó en la entrada de la bahía, mientras los competidores regresaban a tierra. El rey llevaba casi seis horas en el mar y tocaba volver a casa. Como despedida a su estancia en Sanxenxo, sus anfitriones tenían prevista una barbacoa por la noche en la casa de Nanín. Al abandonar el Náutico, cuando le preguntaron qué tal en Sanxenxo, mientras salía entre vítores: «Muy bien, ya lo veis».
Apenas una hora después de abandonar Sanxenxo, el rey emérito reapareció en el pabellón municipal de Pontevedra para animar a su nieto Pablo Urdangarin, hijo de Cristina de Borbón y de Iñaki Urdangarin, que juega en las filas del filial del Barça B, rival del Cisne. Es el segundo familiar al que ve desde que regresó a España el jueves, después de su otra hija Elena, que ayer viernes se fue a Sevilla. Llegó con Pedro Campos y algunos de sus amigos más fieles en Sanxenxo cuando ya había comenzado el partido. Pudo apoyar a su nieto desde muy cerca después de dos años sin verlo jugar.
Se sentó detrás de los banquillos esperando la oportunidad de saludarlo, algo que hizo al final del partido. Se los vio hablando, riendo y lanzándose gestos de complicidad. El nieto se fue con derrota. El abuelo seguirá hoy en Sanxenxo. Y mañana, a Madrid.
El ministro Garzón lo llama «ladrón» e Iceta dice que «no se le perdió nada» en Galicia
Las críticas al viaje gallego del rey emérito se repitieron ayer desde el Gobierno. Especialmente agresivas fueron las del ministro de Consumo, Alberto Garzón, que se refirió a Juan Carlos I como «delincuente acreditado» y «ladrón». No obstante, quiso quitarle hierro a las «diferencias» en el seno del Ejecutivo a raíz de este asunto y negó haber recibido ninguna «observación crítica» por su postura.
El ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta, se unió a los comentarios negativos y manifestó que al emérito «no se le perdió nada» en Sanxenxo este fin de semana, además de lamentar que haya vuelto a España «sin haber dado explicaciones» sobre sus negocios, que cree que «la ciudadanía merece».
Unas explicaciones que también le demandó la vice secretaria general del PSOE, Adriana Lastra, durante un acto en Oviedo en el que defendió al rey Felipe VI, del que dijo estar «muy orgullosa» por su «transparencia, ejemplaridad y rendición de cuentas». Lastra brindó su apoyo a la monarquía y recalcó que el regreso del emérito es una cuestión que «no le compete al Gobierno de España» y depende en exclusiva de la Casa Real.
Esta posición fue cuestionada por el principal socio de gobierno del PSOE, Podemos, cuya portavoz, Isa Serra, entendió como «un grave error» que los socialistas se posicionen «en defensa de la monarquía» en un momento en que «la ultraderecha orquesta una ofensiva monárquica» y que ha criticado que se impida la apertura de una comisión de investigación en el Congreso sobre la corrupción en la corona.
Podemos no ha sido la única de las fuerzas que sostienen al Ejecutivo que atacó ayer la figura del rey emérito, puesto que el líder de Más País calificó de «humillación nacional» que siga sin dar explicaciones y el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, dijo que es «más del Barça que de los Borbones», en una respuesta irónica a preguntas sobre su estancia en Sanxenxo.