Formas de llegar a Coruña

Antonio Costa

RELATOS DE VERÁN

14 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Estaba en Valladolid en El largo adiós y un tipo me dijo que quería ir a Coruña a tomar caldo en el restaurante Viuda de Naveiro. Me preguntó si sabía una forma buena de llegar a Coruña.

Le dije que había muchas formas y unas tenían más sustancia que otras. Se podía ir a León y subir a un tren hacia Coruña. Se podía ir a Oviedo y tomar un avión secreto que salía a veces los miércoles para Coruña.

Se podía volar a Nueva York y desde allí ir en un barco maldito que cruzaba el Atlántico por debajo de las ruinas del Titanic. Poca gente se atrevía con esa forma. También se pasaba por la isla del rey Arturo y a veces por la casa del poeta Antero de Quental en las Azores.

Otra forma era ir en globo. En Ponferrada unos tipos que se decían herederos de los templarios viajaban en los años de 370 días y aterrizaban en la misma plaza de María Pita. Claro que había que ir muy callado y no perjudicar al globero con comentarios.

Otra forma era seguir el Camino de Santiago del Norte. A veces había una mezcla de tiempos y te acompañaba un rato San Francisco de Asís. Pero estaba harto de que le pidieran cosas y sobre todo no quería saber cosas de gobiernos.

Una mujer me dijo hace mucho tiempo que podía ir a Coruña embarcando en Gijón hacia Dublín y después bajando otra vez en un barco que dejó un personaje de Joseph Conrad en el cabo de Howth. Al hacer ese cambio en Dublín uno llegaba más preparado para apreciar los encantos de Coruña. La mujer me dijo que ese viaje lo había hecho una vez Lord Dunsany.

Había muchas formas de llegar a Coruña, unas más íntimas y otras más triviales. Así se lo dije al tipo de Valladolid. Pero la mejor forma, le dije, es una que vi en el libro Picos del año mil de Álvaro Cunqueiro. Consiste en poner la uña en corazón, o el corazón en la uña, que es lo mismo. Así apareces de golpe en Coruña con música de gaita. El tipo se decidió por esta forma.