¿Puede ChatGPT acabar con los deberes?

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Jóvenes estudian en una biblioteca municipal de Ferrol.
Jóvenes estudian en una biblioteca municipal de Ferrol. PAULA QUIROGA

La llegada de la inteligencia artificial al sistema educativo ha levantado todas las alarmas, igual que sucedió con la llegada de Google o Wikipedia, pero los expertos insisten en verlo como una oportunidad

03 mar 2023 . Actualizado a las 17:42 h.

Si se le pregunta al sistema de inteligencia artificial ChatGPT cómo será la próxima revolución en el ámbito de la educación, la máquina tiene dudas. «Es difícil predecirlo con certeza», responde primero, para luego asegurar: «Es probable que esté impulsada por el rápido avance de la tecnología». Después, el propio sistema elabora una lista de tendencias y cambios que podrían ser parte de la futura revolución educativa e incluye la inteligencia artificial o la personalización del aprendizaje, entre muchas otras.

Lo cierto es que ChatGPT sabe de muchas cosas y también ejecuta, con relativa certeza, tareas básicas. El usuario puede pedirle que escriba una redacción sobre El Quijote, con la extensión y el tono deseado. Sabe de matemáticas.Y también de medicina: el sistema logró un aprobado raspado en el examen que hacen en EE.UU. para poder ejercer la profesión. Entrenada a golpe de millones y millones de datos, esta aplicación podría prender la mecha de un cambio significativo en el modelo educativo actual.

Las escuelas de Nueva York fueron las primeras en prohibir su uso, considerando que puede tener un efecto negativo en sus alumnos. Le siguieron otras instituciones. Una de las universidades más famosas de Francia, el Instituto de Estudios Políticos de París, donde se forman las élites políticas y administrativas francesas, tomó la misma decisión hace unas semanas.

¿Es realmente el ChatGPT un enemigo de las aulas? Si se le pregunta, lo niega: «Como modelo de lenguaje, mi propósito es proporcionar información y conocimientos útiles a los usuarios que hacen preguntas o solicitan ayudas en un amplio rango de temas».

No le falta razón, gran parte del entorno educativo insiste en compararlo con Google o la Wikipedia, herramientas que llegaron y con las que la educación tuvo que convivir, beneficiándose de todas sus posibilidades. «El cambio de metodología es obligatorio, la educación deberá convivir con la inteligencia artificial. Es nuestra responsabilidad que este cambio sirva para personalizar la experiencia de aprendizaje para cada estudiante. El reto es ilusionante para instituciones abiertas al cambio, o alarmante para las que no lo estén», argumenta Guillem Garcia Brustenga, experto del eLearning Innovation Center de la UOC.

¿Cómo funciona ChatGPT y por qué puede hacer tantas cosas?

El sistema es un modelo de lenguaje que ha sido entrenado con gigantes volúmenes de texto. Así, es capaz de detectar patrones y predecir qué palabras permitirían continuar la conversación. «Si el texto de entrada es una pregunta, ChatGPT propondrá una respuesta. El enfoque es flexible y le permite resolver muchos tipos de tareas», explica Robert Clarisó, director del máster de Ingeniería Informática de la UOC.

La aplicación tiene limitaciones: «No construye conocimiento, ni sabe razonar con la información que responde», asegura Clarisó. Ahí está precisamente una de las claves de que no sea ningún sistema infalible para ningún alumno. Además, en ocasiones comete errores. El más común es lo que se llama «alucinación». Sucede cuando le pedimos algo sobre lo que no tiene datos. ChatGPT no advertirá que no dispone de esa información, sino que optará por inventársela. Será una respuesta bien redactada y con argumentos aparentemente sólidos, pero incorrecta.

Para algunos educadores, la polémica entorno a la inteligencia artificial en realidad no ha hecho otra cosa que poner de relevancia la debilidad del modelo actual. En opinión de Guillem Garcia Brustenga, «tiene más sentido pedir a los estudiantes que tengan sentido crítico y sepan preguntar y no que respondan sin más a unas preguntas, cosa que puede hacer la máquina»

Comparte opinión con Desirée Gómez, especialista en tendencias educativas la UOC, quien cree que es un error pensar que puede frenarse el uso de una herramienta que además tiene una enorme utilidad. «Lo compararía con el uso que le damos a la Wikipedia, es un complemento o ayuda para acercarnos a un ámbito de conocimiento, pero hay que tener en cuenta que su contenido no es fiable al cien por cien, menos en las fases beta, y el usuario siempre debe contrastar la información obtenida con otras fuentes especializadas», explica. Es cierto. En todos los casos, al menos en estos momentos, es necesaria la supervisión humana para asegurarse de que el resultado de una interacción con el sistema se ajusta al objetivo de la consulta. No solamente en cuanto al contenido, sino también al tono que quiere usarse

En cualquier, caso la propia OpenAI, la startup detrás de ChatGPT, reconoció que sus funcionalidades han generado polémica: «Identificar el texto escrito por IA ha sido un punto de discusión entre los educadores y es importante reconocer sus límites», aseguraron hace unos días. Las declaraciones coincidieron con el anuncio de una nueva herramienta cuya misión es determinar si algo ha sido escrito por un humano o generado a través de inteligencia artificial. En el mismo comunicado aseguraron que, por el momento y a pesar de las funcionalidades de este nuevo software, no podían garantizar al 100 % si un texto no había sido creado por un robot.