Un aparato que se engancha en la ropa, utiliza inteligencia artificial para gestionar las tareas del día a día y proyecta mensajes y controles en la palma de la mano quiere poner fin al reinado de los smartphones
11 mar 2024 . Actualizado a las 11:34 h.Steve Jobs lo cambió todo en el 2007, cuando sorprendió con la presentación del primer iPhone. 17 años después, los smartphones dominan el mundo. No sabemos vivir sin ellos. Se han convertido en prolongaciones de los seres humanos, en artefactos imprescindibles para comunicarnos, llegar a cualquier sitio, ver nuestras cuentas bancarias, acceder a información, entretenernos, tomar fotografías, grabar vídeos, abrir la puerta de nuestra casa, recordarnos lo que tenemos que hacer... Sus prestaciones son impresionantes y casi ilimitadas. Y año tras año son cada vez más potentes y capaces.
Volvamos al 2007. A la histórica presentación del histórico gurú de Apple. Y hagamos una simplificación. Aquel aparato se parece muchísimo a los actuales. Ha mejorado la tecnología en cuanto a hardware y a software, han crecido en tamaño, han cambiado ciertos aspectos de diseño, pero el concepto es el mismo. Y parece imbatible. ¿Fin de la historia entonces? ¿Los móviles Android e iOS reinarán todo el siglo? ¿O hay un «iPhone o un Android killer» acechando y a punto de impactar de forma masiva en el mercado?
El tiempo dará respuesta a estas preguntas. Por ahora el dominio de los smartphones parece más que asentado. Dominan el ecosistema tecnológico personal por delante de los ordenadores (siguen siendo imprescindibles), las tabletas (tienen su nicho), los relojes y pulseras inteligentes ( padecen un peculiar efecto me he apuntado en el gimnasio, pero no voy, es decir, acaban en un cajón con mucha frecuencia) o las gafas de realidad virtual o aumentada. Pero hay señales de que algo puede estar cambiando. Repasémoslas.
El último invento de Apple que ha dado mucho que hablar no es un teléfono ni una tableta. Son las gafas Vision Pro. Estos dispositivos de realidad mixta cuestan más de 3.500 euros han generado una pequeña fiebre, sobre todo en Estados Unidos, y una avalancha de memes. Como principal novedad frente a otros modelos, permiten la interacción con las aplicaciones y el entorno a través de las manos, la voz y la mirada. Y no necesitan interfaces como mandos, teclados o ratones.
Tampoco utiliza estos complementos un cacharro que cobró popularidad en la feria CES que se celebró en enero. Los participantes en este evento rechazan la mítica frase «lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas». Intentan que las criaturas que allí presentan conquisten fama y fortuna, capten el interés del mercado se conviertan en populares. La mayoría no lo consiguen, pero sí lo logró el el Rabbit R1, un aparato con inteligencia artificial y pantalla táctil que, por estética y dimensiones, recuerda a un Tamagotchi o a un iPod tosco. Sus creadores lo definen como «un compañero de bolsillo» que nos permite dialogar con múltiples servicios en internet sin tener que instalar aplicaciones.
Rabbit R1 pretende sustituir a los móviles. Pero no deja de parecerse mucho a un móvil. El AI Pin de Humane quiere destronar a los smartphones con una propuesta que también huye de las apps, pero que en principio parece más revolucionaria.
Humane mostró recientemente su dispositivo en un Mobile World Congress de Barcelona que otorgó un gran protagonismo a la inteligencia artificial. Diseñado por antiguos trabajadores de Apple, se trata de un broche «wearable» cuadrado, con IA y sin pantalla, diseñado para engancharlo a la ropa en la parte frontal del cuerpo con un sistema magnético. Pesa 34 gramos, pero lleva dentro un procesador Snapdragon de Qualcomm. Cuenta con un micrófono, una cámara de 13 megapíxeles, varios sensores y un altavoz capaz de crear «una burbuja de sonido». Lleva aparte una batería externa, que le proporciona energía. Y se conecta a internet a través de una SIM propia.
El AI PIN funciona como un asistente personal. Es capaz de realizar y recibir llamadas, de redactar mensajes, traducir textos o voces, recordar tareas, buscar datos o reconocer objetos y personas. ¿Cómo proporciona información al usuario si no tiene una pantalla? Con audios o con proyecciones láser en la superficie que queramos, por ejemplo la palma de la mano. ¿Cómo se le dan ordenes? Con la voz, con gestos sobre la proyección o con toques.
Una pulsación prolongada activa el micrófono (no está grabando o escuchando siempre). Dos pulsaciones sirven para responder o colgar. También para reproducir y pausar música. Una pulsación prolongada con dos dedos pone en marcha el traductor. Y con dos toques con dos dedos se toma una fotografía. El pin equipa un sistema de luces para mostrar de forma frontal si está tomando imágenes o grabando sonido. Alerta de que hay notificaciones a través de una alerta luminosa, en principio solo perceptible para el portador del aparato.
El Humane AI Pin ya se puede comprar en Estados Unidos. Allí cuesta 700 dólares, pero también hay que pagar mensualmente una cantidad de dinero por la conexión a internet. En unos meses debería llegar a Europa y a España. ¿Podrá destronar a los smartphones? Eso son palabras mayores. A primera vista, parece más fácil que pueda hacerse un hueco como un gadget complementario, como los relojes inteligentes.
Hay muchas dudas sobre las prestaciones de este dispositivo en comparación con la de los móviles. Para empezar, depende de una tecnología aún no muy depurada, la inteligencia artificial. Tampoco está claro que vaya a tener una conexión compatible con múltiples servicios en la nube para poder prescindir de las aplicaciones. Otro factor que menciona con frecuencia la crítica especializada señala su inferior capacidad de mostrar elementos multimedia. Además, hay que tener en cuenta su precio, y la suscripción. Por 24 euros al mes en España tienes fibra en casa. Y por cinco euros más una buena tarifa de llamadas y datos en el móvil.