La segunda época dorada del vinilo se afianza en plena era del sonido digital

RED

Yago Costoya regenta desde hace 30 años la tienda Disco Precio, en Santiago de Compostela, que abrió justo cuando Sony cerraba su última fábrica de vinilos
Yago Costoya regenta desde hace 30 años la tienda Disco Precio, en Santiago de Compostela, que abrió justo cuando Sony cerraba su última fábrica de vinilos PACO RODRÍGUEZ

Los expertos confirman que ofrece una mayor calidez al oído, mientras que otros aseguran que el fenómeno se sustenta también en un cierto fetichismo hacia los viejos formatos físicos

05 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Yago Costoya abrió Disco Precio en la avenida Santiago de Chile, en Compostela, hace 30 años. Lo hizo, afirma, justo cuando Sony cerraba su última fábrica de vinilos. Le llamaron loco, insensato, pero hoy es el testigo privilegiado del bum que ha experimentado un sector que parecía condenado a muerte tras la irrupción del sonido digital. En España, el vinilo ha pasado de vender 140.000 unidades en el 2013, a los 1,67 millones de copias del 2024. Un año antes habían sido 1,8 millones, aunque, esa pequeña caída, apunta el propio Costoya, puede deberse a una simple cuestión: «Os prezos disparáronse, tanto nos novos discos como nos de segunda man. Un vinilo que fai uns anos podíamos ter a 18 euros, agora témolo que vender a 35. Teño clientes que antes paraban aquí unha vez á semana e agora veñen cada dous ou tres meses. Dinche todos o mesmo ‘co prezo dun, antes compraba tres’». ¿Pero, a pesar de esa pequeña caída, qué ha motivado el regreso del formato físico cuando nunca había sido tan fácil escuchar música a través de las plataformas digitales?

Fernando Pensado, productor musical, considera que «si te gusta la música, el vinilo te ofrece una mayor calidez. Parece que estás dentro de la grabación, recuperas el sonido original. A veces pongo solo el vinilo para notar cómo pica la aguja. Es diferente». Aunque se dedica a la creación digital, admite que «ahora casi todo se hace a través del ordenador. El sonido suena más comprimido y más enlatado. Todo se hace con midis y plugins. No me refiero solo al reguetón, sino que en la música rock las guitarras también pasan por ordenador, con compresores y plugins, por lo que se pierde un poco de esencia».

Cree que la irrupción de la digitalización ha permitido que millones de personas puedan crear sus propias obras. «Cualquiera desde su casa, solo con saber un poco de teoría musical y contar con un par de programas, puede grabar. Eso no se podía hacer antes. Vivimos en una época de consumo rápido, de que las generaciones jóvenes solo ven vídeos de medio minuto. A la música actual le pasa lo mismo, pero no es lo mismo comerse un chuletón que una hamburguesa de una cadena de comida rápida. El vinilo, en este caso, es el chuletón», admite entre risas, a la vez que confirma que «los grandes grupos están sacando igualmente sus discos en vinilo. Para los éxitos veraniegos no es necesario, pero Foo Fighters, por ejemplo, sí edita todo en vinilo, lo mismo que otros grupos punteros a nivel mundial».

Yago Costoya incide en esa misma idea: «Un vinilo aporta un son máis puro, cálido e natural. Por exemplo, os bombos das baterías soan moi enlatados cando se dixitalizan». Es él quien confirma que en este mundo ha entrado un público nuevo, de jóvenes que se han encontrado en casa con las colecciones de sus padres y que ahora quieren ampliarlas: «O que foi a menos é o coleccionismo. Hai menos xente que busca primeiras edicións. ou outras especiais. Iso xa quedou nun segundo plano». Para Costoya, además del sonido, está también el valor añadido que ofrece el propio formato: «Teño incluso clientes que mercan e non teñen nin prato para escoitalos. En Nadal é un agasallo que sae moito. O vinilo sempre tivo un valor, xa só por sacalo do cartón, ler os créditos e toda a información que trae. Cando se pasou ao cedé iso morreu porque a letra era moi pequena, perdeuse iso».

Para Josep Maria Catalá, profesor de Estudios de Economía y Empresa de la UOC, cree que se está viviendo un nuevo auge de lo retro. En primer lugar, por la necesidad de volver a poseer físicamente los objetivos que la tecnología ha convertido en archivos que se esconden en la nube: «En el mundo digital, la posesión del producto se diluye. El consumidor siente que está perdiendo esta sensación de propiedad». «Lo que nos ofrecen los productos vintage o retro es, precisamente, diferenciarnos del resto», añade.

Costoya informa de que la gran fábrica de vinilos se ubica ahora en República Checa, «onde se crean a gran mayoría de discos do mundo». La experiencia de estos últimos 30 años le permite diferenciar perfectamente a sus clientes: «Sae de todo, pero hai quen solo compra jazz, rock, heavy ou pop. A cuestión é contar con bo material». Reconoce que prefiere no subir a su página web todo el material que adquiere para que la gente visite la tienda y pueda comprobar que los precios se mantienen más estables que a través de internet: «Hai xente que chega a vendereche vinilos e pide 150 euros por un. Por exemplo, pasoume cun de Madonna. A muller díxome que o vira en internet a 400. Entrei eu en internet e atopei unha morea deles por 2 euros. Non vale con quedarse co prezo máis alto e pensar que valen todos o mesmo».

Lo que no falla, admite, son los cuatro grandes: en plena época de la música digital, los vinilos de Pink Floyd, The Beatles, Led Zeppelin y los Rolling Stones continúan vendiéndose todos los meses. Calidez, originalidad y coleccionismo, esas son las tres de las claves que han provocado el resurgir de una música analógica que se niega a morir.