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31 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.«Nuestro sector convive con una revolución constante, pero creo que nunca se habían experimentado tantos cambios en tan poco tiempo». Los informáticos gallegos vuelven a verse inmersos en una especie de tsunami que tiene nombre y apellidos: inteligencia artificial (IA) generativa. «Cada mes salen novedades y tienes que estar al día, porque si no lo haces, te quedas atrás. No sé a cuántas newsletters estoy suscrito para enterarme de todas las novedades que van apareciendo», puntualiza Javier Pego, analista funcional y director de proyectos en duacode, empresa gallega del grupo Laberit y que tiene su sede en A Coruña. Explica que hasta la aparición de la IA generativa, los avances ya eran continuos, pero más espaciados en el tiempo: «Esta es una disciplina enorme que ya evolucionaba mucho. Pero antes los cambios eran pequeños, cada seis meses o un año, porque llegaban nuevas versiones de frameworks o lenguajes que aparecían cada uno o dos años».
Desde la empresa de ingeniería de software Softtek creen que el futuro pasa, ineludiblemente, por la colaboración entre humanos y máquinas. No existe otra opción. «La IA está redefiniendo la manera en que las empresas imaginan, diseñan y escalan sus productos digitales». Su directora general para España, Doris Seedorf, afirma que «estamos entrando en una nueva era del código, donde la inteligencia artificial acelera los procesos». Por eso sostienen que no vale con rechazar la IA y mantener las dinámicas de antaño. «Habrá gente que sea reacia a usarla dentro del sector y que quiera seguir programando como siempre ha hecho», admite Pego, quien puntualiza que «realmente es necesario subirse al tren, porque puedes quedarte atrás. Quizás a corto plazo tu empresa no lo note, pero a medio lo empezará a percibir, y a largo plazo no serás competitivo».
Los informáticos aseguran que los programadores pueden acelerar brutalmente su trabajo usando programas como ChatGPT. Creen que los que más sufrirán el nuevo paradigma serán quienes accedan al mercado laboral sin experiencia previa. «Antes se contrataba a muchos júnior para apoyar a los sénior. Nos ayudaban haciendo código y con las tareas más repetitivas, pero un júnior con IA puede causar un desastre. Si no sabes qué pedirle, la IA te hace creer que el código que te propone siempre es bueno y puedes acabar montando un proyecto Frankenstein». Esto puede provocar una consecuencia muy real: empezar el trabajo desde cero puede requerir menos tiempo y esfuerzo que reformar lo hecho.
Una competición global
La internacionalización es otro de los factores que obligan a optimizar procesos. Actualmente ya existen multitud de trabajos de programación que se realizan desde países extranjeros, como la India, ya que ofrecen precios más bajos que el mercado europeo, aunque de menor calidad y peor soporte. «Si utilizas la IA y automatizas ciertos procesos, puedes hacer mucho más eficiente a tu personal, para que no dedique tanto tiempo a tareas repetitivas o manuales», explica Pego, que ve esta tecnología disruptiva como una vía «para invertir el tiempo en aportar mayor valor en aquellos ámbitos donde una IA nunca lo hará».
Pone un ejemplo claro: un equipo comercial que, al colgar el teléfono, cuente con un resumen automático por escrito de todas las solicitudes que le ha hecho el cliente durante la conversación. «Al final del año estás ahorrando cientos de horas de anotaciones a mano. Esas horas pueden invertirse en atender mejor a los clientes, hacer más llamadas y vender más. También en realizar más visitas presenciales y afianzar a los clientes actuales».
Lejos de la visión catastrofista que acompaña a algunos discursos sobre la IA, cree que la tecnología «te impulsa si sabes usarla bien, pero también puede provocar que te quedes atrás respecto a quienes sí la utilizan. Si eres más lento en los procesos y tu personal dedica más tiempo a cosas que no aportan valor real, al final te vuelves menos competitivo».
Tiene claro que el trabajo tradicional de los programadores aún tiene recorrido: «Se automatizará mucho código que antes se programaba a mano, pero habrá que revisar y testear más». También señala que Internet se está llenando de productos basura que venden promesas que la IA todavía no puede cumplir: «Hay muchos gurús haciendo vídeos en YouTube diciendo que ChatGPT puede hacer aplicaciones web, pero es todo clickbait. De momento no está tan avanzado y aún no sabe generar código realmente bueno. Puedes automatizar tareas, pero no puedes reemplazar puestos sénior, de arquitectos de software o de analistas». Critica además la manera en que la gente usa las nuevas herramientas, convirtiéndolas casi en dogma de fe: «Somos menos críticos con la información que recibimos. Parece que algo que está bien escrito y aparentemente bien argumentado ya es una verdad absoluta».
Formación y mal uso
Alejandro Catalá Bolós ofrece su valoración sobre la reciente irrupción de los asistentes de IA. Profesor de la Universidade de Santiago (USC) y miembro del grupo de Sistemas Inteligentes del Centro de Investigación en Tecnologías Inteligentes (CiTIUS), explica que «para la sociedad puede parecer que ChatGPT o Copilot son capaces de resolver cualquier cosa, pero no es tan así». Confirma que pueden ayudar o facilitar determinadas tareas e incluso construir parte del código informático, pero considera fundamental que un informático cuente con una base suficiente para realizar modificaciones y detectar errores, especialmente en las tareas más complejas: «Tienen defectos».
En el caso de los estudiantes que forma en la USC, ve clave que sean capaces de entender esto y valora que el proceso de aprendizaje va mucho más allá que presentar trabajos, ya que cree que se fundamenta en ganar conocimientos, habilidades y experiencia. Si esa parte no se logra porque prefieren presentar trabajos realizados por ChatGPT, lo pagarán una vez accedan al futuro laboral. Catalá tiene claro que en el futuro se seguirán necesitando informáticos, aunque quizás «ciertas tareas se enfoquen de manera diferente. La esencia y los fundamentos de la profesión seguirán siendo necesarios». Para cerrar su explicación, compara a los asistentes de IA con la calculadora que todo teléfono móvil lleva instalada. Resulta útil, bastante en el caso de los cálculos más complejos, aunque es fundamental que la gente continúe sabiendo sumar, restar y multiplicar.
Equipos híbridos y nuevas oportunidades
Desde Softtek icreen que el rol de las consultoras ha cambiado: han dejado de ser simples ejecutoras de las ideas de las empresas para convertirse en socios estratégicos de innovación. «Este nuevo escenario exige una reinvención de habilidades y de roles: desde arquitectos de software con IA hasta especialistas en ética algorítmica, abriendo el camino a equipos híbridos que combinan experiencia humana y capacidades de la inteligencia artificial», apuntan.
Con una visión más optimista sobre el futuro que nace con la IA generativa, sostienen que esta permitirá crear asistentes de código avanzados, anticiparse a los problemas y acercar la programación a todos los niveles de la empresa. Otros piensan que su adopción masiva aún no será inmediata, pero todos tienen claro lo mismo: rechazar la IA es el camino más rápido hacia el fracaso. No habrá un futuro sin ella.
