La venta de la compañía de móviles finlandesa desata rumores sobre el papel jugado por Stephen Elop, que podría ser el próximo consejero delegado del gigante norteamericano
04 sep 2013 . Actualizado a las 13:36 h.Retrocedamos diez años en el túnel del tiempo. ¿Qué móvil llevaba usted en el bolsillo en el 2003? Problablemente un Nokia, un Motorola o una BlackBerry. Las tres compañías se repartían la tarta mundial de la telefonía prácticamente sin competencia. Hoy, Motorola, creadora del primer móvil de la historia -Dynatac 8000x-, está en manos de Google desde hace dos años y es solo una sombra de lo que fue; BlackBerry, cuyos terminales se disputaban los ejecutivos, continúa en caída libre y su sistema operativo ha sido desplazado al cuarto puesto por Windows Phone; y Nokia, la joya de la corona de la industria finlandesa, que llegó a suponer el 4 % del Producto Interior Bruto del país nórdico, acaba de ser adquirida por Microsoft.
La noticia de la venta de la división de móviles de Nokia cayó ayer como una bomba en los foros tecnológicos, por más que muchos la esperaran desde que en febrero del 2011 Stephen Elop y Steve Ballmer sellaron un acuerdo por el cual todos los teléfonos inteligentes de Nokia incorporarían el software de Microsoft. Aquella alianza, por la que la firma de Espoo -una ciudad pegada a Helsinki- ingresó mil millones de dólares, supuso su renuncia a seguir desarrollando su propio sistema operativo, Symbian.
Parecía un buen trato para dos empresas que habían perdido el tren de los teléfonos inteligentes y la tecnología táctil. Ni Nokia, ni Microsoft supieron ver la revolución que aguardaba tras la presentación del iPhone en el 2007. Ballmer incluso se mofó: «¡500 dólares! Es el teléfono más caro del mundo y no tiene teclado», fue su reacción. Tras el éxito de Google con Android, Microsoft decidió entrar de lleno en el mercado de los smartphones; tenía el software, pero le faltaba el hardware, y para ello eligió a Nokia. Dos años y medio después se demuestra quién ha salido ganando.
La operación anunciada ayer en Espoo supone el traspaso a Microsoft de la unidad de Dispositivos y Servicios de Nokia por 3.970 millones de euros. Además, el gigante estadounidense pagará otros 1.650 millones por utilizar la cartera de patentes de la compañía de móviles, que seguirá en manos de Nokia. Los 32.000 trabajadores de la empresa (4.700 de ellos en Finlandia) pasarán a engrosar la plantilla de Microsoft.
A precio de saldo
Stephen Elop se irá con sus empleados. Cede el testigo a Timo Ihamuotila, nuevo consejero delegado, quien informó sobre los detalles de la venta junto al presidente del consejo de administración, Risto Siilasmaa. Precisamente, el papel de Elop es el que más suspicacias levanta. Este canadiense de 49 años llegó a Nokia en diciembre del 2010 procedente de Microsoft, donde era el responsable de la división de Negocio. Poco después cerraba el acuerdo con Windows Phone, pero, pese a ello, Nokia continuó perdiendo cuota de mercado frente a Apple y los fabricantes chinos y surcoreanos, como Samsung y LG. Ahora, Microsoft se ha hecho con la compañía por menos de la mitad de lo que Google pagó por Motorola. Hay quien piensa que Elop fue el caballo de Troya que Ballmer metió en Nokia para conseguirla a precio de saldo. Y como recompensa, el primero podría ocupar el puesto que el segundo dejará vacante dentro de doce meses.
Ballmer valoró la compra como «un gran paso hacia el futuro» que contribuirá a «acelerar el éxito (de Microsoft) con los smartphones». La jugada es buena: la firma de Redmond consigue un ecosistema completo para competir con Apple, Windows está empezando a despegar en los móviles y los terminales de Nokia son apreciados por los usuarios por su calidad de construcción.
Por su parte Risto Siilasmaa, con un semblante serio que no ocultaba un punto de decepción, comentó que la operación «va a reforzar claramente la posición financiera» de Nokia y proporcionará «una base sólida para la inversión en las actividades futuras». La compañía, fundada en 1865 y que desde 1966 está presente en el negocio de la telefonía -antes se dedicó a la actividad maderera y fabricó calzado, neumáticos, gabardinas, alfombras y hasta juguetes- se centrará en el negocio de las redes de telefonía móvil y servicios asociados (banda ancha).
La prensa de Helsinki acogió la noticia como si de un Waterloo se tratase. «¿Qué otra empresa finlandesa puede contemplarse en los anuncios de neón de Nueva York, Londres o París?», se preguntaba el primer rotativo del país, el Helsingin Sanomat, que añadía: «Después de Nokia, el icono más famoso del país son los Angry Birds», en referencia al videojuego creado por Rovio (otra firma con sede en Espoo). Realmente, en Finlandia hasta los pájaros tienen motivo para estar enfadados.