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La web, anotada

David Bonilla

OCIO@

Hugo Tobio

En 1990, Tim Berners-Lee incluyó las anotaciones en su visión de lo que llegaría a ser la «www». Treinta años después, ya va siendo hora de implementarlas

23 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Una de las obsesiones habituales de los desarrolladores es tener un side project, un proyecto personal en el que puedan probar nuevas herramientas y tecnologías o dar rienda suelta a su faceta emprendedora. El problema es que a la mayoría no se les ocurren ideas en las que trabajar que no supongan reinventar la rueda por enésima vez, tengan cierto impacto en la Comunidad y la posibilidad -por remota que sea- de monetizar su esfuerzo. Los que sí las tienen suelen callárselas, esperando el momento en el que tengan tiempo para implementarlas.

Hoy, sin embargo, analizaremos una idea con todos los ingredientes necesarios para convertirse en un excelente side project, tanto a nivel individual como de compañía: implementar un sistema de anotaciones web. Estas ya se describían como una funcionalidad básica en el diseño original de la World Wide Web, «one must also be able to annotate links, as well as nodes, privately», pero es uno de los pocos requisitos del mismo que no se ha transformado en un estándar de uso.

Las anotaciones transcienden el concepto de página web y aumentan la granularidad de la Red. A nivel de texto, se vinculan a párrafos, frases o palabras en concreto. En las imágenes, se asocian con determinadas partes de las mismas. Y en ficheros de audio o video, a fragmentos delimitados. Lo más parecido a la visión original de Berners-Lee serían las notas de Kindle o las anotaciones de Genius, excepto por una salvedad: ni controlamos el contenido que generamos ni el mismo nos pertenece.

Cualquiera que cree contenido en Internet sabe que los comentarios están rotos. Son un objetivo permanente de SPAM, en la mayoría de los casos no promueven la participación de los usuarios de un contenido y, cuando sí lo hacen, suelen derivar en flame wars más que en conversaciones civilizadas.

La mayoría de la web está vacía. Apenas un 10% de recursos online permiten las anotaciones/conversaciones contextuales y aún menos delegan en el usuario el poder de decidir quién podrá ver sus anotaciones y - también- qué anotaciones quiere ver. No sé vosotros, pero al igual que en ningún caso querría ver un artículo atiborrado de las mamarrachadas de los vendedores de humo habituales, mataría por poder leer según qué textos llenos de anotaciones de los miembros del politburó de Camaradas del Metal o del Club Turing.

Pero, si las anotaciones se concibieron como una parte integral de la web y es evidente que la enriquecerían, ¿por qué no se ha extendido su uso? El principal problema es que la propia granularidad de las anotaciones obliga a que su implementación esté vinculada a los contenidos que anotar.

Si esa implementación se lleva a cabo de forma interna -gestionada directamente por el editor de los contenidos- puede implicar un coste de desarrollo mucho más elevado que el típico sistema prefabricado de comentarios y tanto el alcance como la propiedad de los mismos quedarían limitados al medio, como sucede -por ejemplo- con los antiguos comentarios de Medium.

Si, por el contrario, la implementación se lleva de forma externa, a través de un servicio de gestión de anotaciones sin relación directa con el creador de contenido, el problema es que se aumenta la fricción -obligando al usuario a registrarse previamente en dicho servicio y, en muchos casos, instalar software especifico en forma de plugins de navegador, bookmarlets o aplicaciones- y tanto el alcance como la propiedad de las anotaciones quedan restringidos, una vez más, en este caso a la plataforma o servicio utilizado, como -por ejemplo- Pundit o Diigo.

La implementación perfecta, ese side project con el que partiríamos la pana, debería suministrar un script que se integrara fácilmente con nuestros recursos online para permitir que el cliente desde el que crear las anotaciones sea el propio contenido. Al mismo tiempo, esa implementación debería proporcionar un servicio para guardar las anotaciones de forma externa e independiente respecto a los creadores de contenido y permitir a los autores crear y gestionar contenido en diferentes sitios. Evidentemente, esa implementación debería estar basada en estándares -como las recomendaciones sobre anotaciones de la W3C- y asegurar la posibilidad de exportar las anotaciones, para facilitar la interoperabilidad y evitar el vendor lock-in.

Lo más parecido a esa implementación perfecta es Hypothesis, una solución open source gestionada por una organización sin ánimo de lucro que recibe donaciones para financiar el desarrollo. Pero Hypothesis está mucho más orientado a la investigación académica que a la selección de contenidos y la creación de Comunidades alrededor de los mismos. Por poner un ejemplo simple: permite vincular a tu cuenta un código ORCID (una clave alfanumérica que sirve para identificar a científicos y otros autores académicos), pero no permite hacer un simple like al comentario de un tercero.

Las ventajas de desarrollar una implementación de las anotaciones web como side project son evidentes, tanto a título particular como a nivel de empresa. Por ejemplo, la reputación y relaciones a alto nivel que pueden construirse implementando una especificación de la W3C son infinitas. Y los retos técnicos a los que te enfrentarás -desde el escalado necesario para recibir millares de potenciales peticiones concurrentes para consultar anotaciones, hasta la securización de tu API- te darán contenido suficiente para sacar brillo a tu blog personal o corporativo y ser la estrella de cualquier call for papers al que te presentes.

También es un proyecto cuya monetización parece más que factible sin tener que sacrificar su espíritu ni tener que diseñar un modelo de negocio basado en software propietario. La propia Hypothesis tiene un conjunto de funcionalidades para publishers que no creo que salgan gratis y les permite, por ejemplo, moderar las anotaciones públicas en sus sitios para evitar spam y moderar contenido no apropiado. No deja de ser significativo que la mitad de su equipo se dedique a monetizar en vez de a desarrollar y que, de las tres posiciones que tienen abiertas, solo una sea técnica.

Pero, más allá de la marca personal y la panoja, habrá muchos que también encontrarán motivante para embarcarse en esta aventura el poner un granito de arena para que la web siga siendo ese ágora pública que no es propiedad de nadie y las conversaciones que se produzcan en la misma -las anotaciones- tampoco.

«If you don't have time to read, you don't have the time (or the tools) to write. Simple as that».
Stephen King

Los comentarios de un contenido online no dejan de ser una serie de monólogos encadenados que pueden o no estar relacionados entre sí. Si de verdad creemos que las conversaciones son más enriquecedoras, deberíamos permitir que nuestros usuarios elijan a sus interlocutores en vez de imponer la publicidad de sus declaraciones. Si de verdad queremos fomentarlas, tendríamos que asegurarnos de que estas puedan brotar de forma espontánea en vez de decidir cuándo y dónde deben iniciarse. Las anotaciones web permiten hacer todo eso. Deberíamos preguntarnos por qué nosotros no. 

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