«Las siete mujeres del libro soy yo, son una parte de mí»

Concha Pino SANTIAGO

SANTIAGO

Entrevista | Alejandro Palomas La historia, que será llevada al cine, surgió en Galicia, en Carnota, a donde el autor llegó un otoño por casualidad

16 abr 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

Alejandro Palomas (Barcelona, 1967) pasó por Compostela en la ruta de promoción de su última obra de narrativa, Tanta vida , que acaba de publicar la editorial Martínez Roca. Es una historia en femenino con mucho mar de fondo, real y metafórico, en la que siete mujeres hablan en primera persona de sí mismas y de las demás componiendo un caleidoscopio de emociones encontradas y duras que descomponen el retrato de tres generaciones. Es la tercera novela de un autor, que también ha escrito un libro de relatos, y que ha traducido a autores como Jack London, Oscar Wilde, Katherine Mansfield, Willa Cather, Gertrude Stein y Françoise Sagan, entre otros muchos. -No sabría decirlo, porque no lo sé. Salen, los llevo dentro. Te sonará raro, pero todas esas mujeres soy yo, no me avergüenza decirlo. Todas son una parte de mí, sobre todo la abuela, la más fuerte y con la que más me identifico. -A través de ella saca lo peor de cada una. -En realidad es lo que las hace ser peores. Se trata de que lo vean y se reconozcan -¿Por eso hace decir a una que sufrir en silencio no nos hace mejores? -Sí, porque me obsesiona. Nos educaron para sufrir sin que se note, para no molestar, y eso es la raíz de problemas como los malos tratos. El silencio no lleva a ninguna parte. Hablando las cosas duelen menos. -Sufren de desamor. ¿A la mujer le cuesta más hallar amor a su medida? -A los hombres y a las mujeres. Nos han vendido una idea del amor, de la pareja, equivocada. Estas mujeres no encuentran el amor porque no se han sabido ver. Lo que intento es que lo hagan para poder decidir lo que quieren. -¿La abuela es la más directa y dura por la desinhibición de los años? -Siempre fue así, pero con los años no tiene nada que perder. Y además, sé por experiencia que una madre como ella, tan fuerte, da como resultado una hija más blanda, aunque tiene una fortaleza, pero distinta, como madre. -¿Ser traductor alimentó su novelística? -Me hice traductor por necesidad, porque ya escribía. Me influyó como creador en que aprendí a tener paciencia. -La novela está ambientada en Menorca, pero surgió en Carnota. ¿Cómo fue? -Viajé a Carnota marcando el punto en mapa, sin ninguna referencia. Aluciné tanto en ese pueblo, esa playa y esa luz que me resulta imposible describir las emociones que viví allí, sólo durante tres semanas de un mes de octubre. No sé por qué, pero en esa soledad fue donde surgió la historia. Fue algo muy puro, mágico. Me encontré a mi mismo.