Cuando rectificar ya no es de sabios

SANTIAGO

28 may 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Hemos entrado de lleno en una nueva era: la de las rectificaciones y las matizaciones. Durante esta semana, Zapatero y su Gobierno nos han dado una auténtica lección de cómo tomar medidas impopulares, ocultarlas primero, hacerlas públicas después y corregirlas en vista de las presiones.

Tampoco se puede decir que esta forma de actuar sea patrimonio exclusivo del Gobierno socialista porque no hace tanto que el Ejecutivo de Feijoo hizo una maniobra similar cuando anunció que retiraba el complemento autonómico a las pensiones para, apenas tres días después, dar marcha atrás.

¿Qué hay detrás de esta forma de actuar, de tanta rectificación? A veces, no son más que globos sonda con los que nuestros gobernantes tratan de tomar el pulso a la ciudadanía y ver qué acogida tendría una medida impopular. En otras ocasiones, la corrección es fruto de la improvisación, es el resultado de haber tomado una decisión deprisa y corriendo, y requiere una rectificación. En otras, no es más que una muestra de la falta de valentía de un Gobierno incapaz de hacer frente a las presiones.

Sea un globo sonda, una improvisación o una falta de valentía, la razón última que explica esta forma de proceder es siempre la misma: el temor a perder votos y con ello el sillón. Estamos viviendo una era en la que los políticos parecen vivir solo pendientes del corto plazo: de si la Bolsa sube o baja, si los sindicatos protestan, si la patronal está descontenta, etcétera.

No es para esto para lo que elegimos a un Gobierno. Sus miembros deben entender que se les paga para que lleven a cabo un programa, con valentía, convencidos de que garantizará el bienestar de toda la ciudadanía, con algunas medidas populares y otras que no lo serán. Aunque les cueste protestas, les cueste votos y les cueste, incluso, el cargo.