Un parcial 2-13 en los minutos finales condenó al Obradoiro ante el Burgos

SANTIAGO
El conjunto de Moncho Fernández trabajó a un gran nivel en defensa, pero el adversario todavía lo hizo mejor
05 ene 2011 . Actualizado a las 11:16 h.El Obradoiro empezó el año con derrota, la segunda de la temporada y la primera en Sar. Hincó la rodilla en un partido muy perro, en el que cada canasta era un tesoro, a la vista de la intensidad defensiva, casi febril, deplegada por ambos equipos.
En el ecuador del último cuarto el conjunto santiagués acariciaba el triunfo, después de un triple de Tuky Bulfoni que ponía el 53-46. En ese momento Andreu Casadevall pidió tiempo muerto y acertó con la tecla, porque el parcial final fue demoledor: 2-13. El Obra se atascó en el peor momento, ante un adversario de hierro que justificó punto por punto todas las alabanzas que le precedían.
En el primer cuarto el Obradoiro hizo valer su extraordinaria defensa y la sabiduría de un Hopkins inmenso, listo, que sigue dando lecciones de cómo hacerse hueco en el poste bajo.
Al abrigo de esos dos argumentos el colectivo de Moncho Fernández llevó la iniciativa ante un Burgos muy correoso, que también se multiplicaba en defensa pero que no encontraba la brújula en ataque.
Los ánimos no tardaron en encenderse. Con empate a cuatro Hopkins quedó tendido en la pista y ni los árbitros ni el Burgos pararon el juego. Esa acción y las primeras decisiones de los trencillas exacerbaron los ánimos del público.
El Obradoiro no se descompuso y, puntito a puntito, fue ampliando la renta hasta llegar al final del primer acto con 18-11, con un triple de Andrés Rodríguez sobre la bocina muy protestado por el rival.
En el segundo cuarto Hopkins tuvo descanso y en el Burgos entró Downs por Vinicius. El americano del conjunto visitante arrancó con un mate estratosférico y un triple. Después, con Nguema en el marcaje, se encontró más incómodo. Pero siguió disparando, ya sin el acierto inicial.
Atasco local
El Obradoiro se atascó en ataque y el Burgos se hizo con el mando. No era el día de los bases locales y el equipo lo acusaba. Ni con Andrés ni con Eric encontró velocidad de crucero el conjunto santiagués. Entre las pérdidas de balón y los ataques largos, llevados casi al límite de la posesión, se fue evaporando la fluidez. Al descanso el Burgos ganaba, un punto arriba, y no fueron más por la inusual mala tarde noche de Jesús Castro en los tiros libres.
Un dato elocuente del viraje que dio el partido lo da la valoración colectiva. El Obradoiro acabó el primer cuarto con 23 y se fue al descanso con 23. El Burgos no estuvo mucho mejor, pero consiguió correr y por ese camino le dio la vuelta al resultado.
Tras el descanso Moncho Fernández repitió el mismo cinco con el que empezó el partido. Pero Hopkins ya no brilló como en el arranque. Apareció algo más Oriol y el partido quedó con todo por decidir para el último acto: 43-40.
Ese cuarto empezó con un triple de Tuky Bulfoni y un vuelo estratosférico de Washington. Ocho puntos de renta en un partido como el de ayer eran todo un botín. Pero no bastó.
El Burgos nunca se fue del partido. No concedió una sola canasta fácil. Obligó al Obradoiro a alargar las posesiones y, a menudo, a tener que jugársela en el límite. Y no le tembló el pulso.
A lo locales todo se les puso en contra, incluso los tiros libres. Pero fueron los pequeños detalles los que le costaron el partido. Porque no entraron los triples de Corbacho. Y tampoco un alley hoop forzado de Washington, que se salió del aro y que podría haber llevado la diferencia a nueve puntos. No era el día, y menos ante un rival de entidad que supo jugar bien sus bazas, sobre todo en el momento más delicado. En los últimos cinco minutos se llevó un partido que tenía muy cuesta arriba.